PARA QUÉ LA VIDA RELIGIOSA ¿ES ÚTIL?
[Exordio]
Celebramos las primeras vísperas de la solemnidad de Santiago Apóstol, patrono de España. En el evangelio (Mt 20, 20-28) escuchamos ese diálogo entre Jesús y los Boanerges (hijos del trueno), Santiago y Juan. Ellos querían seguir al Señor, pero querían ser los primeros, tener los primeros puestos, buscaban brillar. Y es así que el Señor a estos dos discípulos que querían gloria, les presenta el camino de la humildad y la cruz, querían brillar y los llama a ser luz del mundo: “¿podéis beber el cáliz que Yo he de beber?” (v. 22) ¿queréis imitar mi vida, queréis seguirme en el camino de la cruz, queréis acompañarme en la apasionante misión de salvar almas? “Possumus” – podemos, quiero ser tu discípulo, quiero entregar mi vida. Este diálogo sintetiza el misterio de toda vocación consagrada y sacerdotal.
En esta celebración la Hna. Mare de Dèu Xiqueta realizará sus votos perpetuos para rubricar su entrega definitiva al Señor. El Señor te ha mirado hermana, te ha elegido y tú debes responder también con generosidad y valentía: “quiero”, y es lo que harás hoy para toda la vida.
I
Para comprender mejor lo que realizará esta hermana nuestra, podríamos preguntarnos: ¿hacen falta en el mundo de hoy religiosos o personas que se entreguen a Dios y lo dejen todo para seguir a Jesucristo? Dicho de otra manera: ¿para qué un religioso, un consagrado?
Si lo miramos desde el punto de vista natural o del mundo, es decir, de lo útil o placentero, o económico, evidentemente que lo que va a hacer nuestra hermana es algo inútil. Porque en este mundo sólo cuenta aquello que se puede pesar o se puede medir, aquello que signifique ganar dinero o placer, entonces ciertamente que la vida religiosa y los mismos votos de la vida religiosa son algo inútil a los ojos humanos o mundanos. Porque, y es triste decirlo, el mundo no entiende la vida religiosa, no entiende la consagración a Dios porque no es útil[1]. ¿Quién le va a pagar a Xiqueta porque haga voto de castidad, pobreza y obediencia? Y, es más, no sólo no lo entiende, sino que se escandaliza, y para muchos es locura, porque no entienden las cosas de Dios y lo sobrenatural, como dice San Pablo, que el hombre carnal no entiende las cosas del espíritu.
II
Sin embargo, esto que desde el punto de vista del mundo que nos toca vivir –el punto de vista natural– es una cosa inútil, un desperdicio, desde el punto de vista de la fe –el punto de vista sobrenatural– será el único ámbito en el cual encuentra sentido a la consagración a Dios: es sabiduría a los ojos de Dios y locura ante el mundo.
Por eso la vida religiosa es algo útil y de gran utilidad[2]:
En primer lugar, es de gran utilidad para la misma persona que se consagra a Dios. Porque los votos nos apartan de las cosas materiales, de los placeres, nos ayudan a vencernos a nosotros mismos para unirnos a Dios. Pero, por encima de todo eso, el religioso se consagra para seguir más de cerca a Cristo. Porque Cristo fue virgen, porque Cristo fue pobre en Belén y pobre en la cruz, porque Cristo fue obediente hasta la muerte y muerte de cruz. Buscamos pasar por esta vida imitando al Verbo Encarnado. De hecho, es lo que vale la pena… “pues que esta vida, si no es para imitarle, no es buena”[3].
En segundo lugar, no solamente la vida religiosa, en concreto los votos, son útiles para la persona que los emite, sino que también son útiles para sus familias –con utilidad no económica sino sobrenatural, que es más importante que la económica–.
Decía San Luis Orione que «de las familias de los consagrados se salvan hasta la tercera y cuarta generación»[4]. Quizás Xiqueta no estará siempre cerca o junto a los suyos, pero ciertamente los va a tener en su corazón todos los días, de manera especial en la Santa Misa; y no estará a lo mejor aconsejando, diciendo esto o lo otro, pero rezará por ellos para que Dios, que es el mejor consejero, les ilumine para que sepan qué es lo que tienen que hacer y qué es lo que no tienen que hacer. Y esa ayuda de la oración de las personas consagradas es un bien inestimable para sus familias, porque la oración es siempre la fuerza del hombre y la debilidad de Dios.
En tercer lugar, son útiles con utilidad sobrenatural para sí mismos, para sus familias, (aunque la familia no entienda, algún día lo entenderán o lo entenderán en el cielo), y también útiles para el mundo. Así por ejemplo San Juan Pablo II decía que vivir la vida religiosa hoy, es decir, que personas hoy en día profesen sus votos perpetuos significa que “las personas que siguen los consejos evangélicos al mismo tiempo que buscan la propia santificación, proponen, por así decirlo, una «terapia espiritual» para la humanidad, puesto que rechazan la idolatría de las criaturas y hacen visible de algún modo al Dios viviente. La vida consagrada, especialmente en los momentos de dificultad, es una bendición para la vida humana y para la misma vida eclesial”[5]. Es el gran reto[6] o desafío de la vida religiosa hoy, dar testimonio ante un mundo pagano, olvidado de Dios, de lo trascendente… de Dios.
El religioso entonces, con su testimonio “¡está haciendo un bien enorme al mundo, porque le está enseñando al mundo muchas cosas!”[7].
III
¿Qué le enseña el religioso al mundo de hoy?
Primero con su castidad. Algo casi incomprensible en nuestro mundo. Frente a una “cultura hedonística que deslinda la sexualidad de cualquier norma moral objetiva, reduciéndola frecuentemente a mero juego y objeto de consumo, transigiendo, con la complicidad de los medios de comunicación social, con una especie de idolatría del instinto […] La respuesta de la vida consagrada consiste ante todo en la práctica gozosa de la castidad perfecta, como testimonio de la fuerza del amor de Dios en la fragilidad de la condición humana”[8]. El religioso posee un corazón indiviso y entregado totalmente a Dios.
Segundo con su pobreza. “El mundo de hoy está representado “por un materialismo ávido de poseer”[9]. Con su voto de pobreza el religioso enseña que Dios es la única riqueza verdadera del hombre[10]. Viviendo totalmente abandonado en Dios. Por eso Nuestro Señor llamaba a la pobreza voluntaria: Ve, vende todo lo que tienes y dáselo a los pobres y tendrás un tesoro en el cielo; y después ven y sígueme (Mt 19,21). Y el que a causa de mi Nombre deje casa, hermanos o hermanas, padre, madre, hijos o campos, recibirá cien veces más y obtendrá como herencia la Vida eterna (Mt 19, 29).
Tercero con la obediencia. El mundo actual exalta la libertad de un modo desordenado. Concepciones de libertad desligada de toda verdad y de toda norma moral[11] (“soy libre de hacer lo que quiera”). “Una respuesta eficaz a esta situación es la obediencia que caracteriza la vida consagrada”, por la cual el religioso libremente renuncia a la voluntad propia y está dispuesto a sujetarse a la voluntad del superior. Testimonia que “no hay contradicción entre obediencia y libertad”[12] (la obediencia no anula la libertad). El religioso con su voto de obediencia se somete a la voluntad de Dios por medio de sus superiores legítimos, y hace presente de modo particularmente vivo la obediencia de Cristo al Padre[13].
[Peroratio]
Esta es entonces la respuesta y enseñanza que da el religioso al mundo actual, viviendo sus votos, convirtiéndose para el mundo en “terapia espiritual”, recordándole lo fundamental: Dios, la trascendencia de Dios. Y es justamente el modo de transformar y evangelizar las culturas, viviendo de modo auténtico nuestra consagración.
Como vemos entonces, la vida religiosa no sólo es útil, sino NECESARIA al mundo actual y a la Iglesia.
Aquel diálogo sucedido hace dos mil años entre Jesucristo y dos de sus apóstoles (entre ellos Santiago), el Señor lo sigue haciendo a lo largo de la historia, incluso hoy. A tantas personas, a tantos jóvenes el Señor los mira a los ojos y les pregunta: ¿podéis beber el cáliz que yo he de beber, podéis acompañarme en esta apasionante misión de salvar almas, quieres con tu vida y tu entrega ser un testimonio ante el mundo de lo sobrenatural? Y qué le diremos al Señor… Sí, podemos… con la gracia de Dios podemos. Así lo hará nuestra hermana en pocos minutos.
Pidamos a la Virgen, a quien también hoy se entregará de modo definitivo la Hna. Xiqueta, por su perseverancia, santidad, por los frutos de su apostolado.
[1] Cf. P. Buela, La vida religiosa: ¿útil o inútil? [http://www.padrebuela.org/la-vida-religiosa-util-o-inutil/].
[2] Ibidem.
[3] San Juan de la Cruz, carta 25, De Madrid y julio 6 de 1591.
[4] También lo decía San Juan Bosco; cfr. Biografía y Escritos (Madrid 21967) 320.
[5] San Juan Pablo II, Vita Consecrata, 87.
[6] Ibidem, 87-91.
[7] P. Buela, La vida religiosa: ¿útil o inútil? [http://www.padrebuela.org/la-vida-religiosa-util-o-inutil/].
[8] San Juan Pablo II, Vita Consecrata, 88.
[9] Ibidem, 90.
[10] Cf. Ibidem.
[11] Cf. Ibidem, 91; op. cit. Veritatis Splendor, 31-35.
[12] San Juan Pablo II, Vita Consecrata, 91.
[13] Cf. Ibidem.