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Fundación en Luxemburgo

Gran Ducado de Luxemburgo – Corazón de Europa

«En nuestro tiempo, uno de sus rasgos singulares ha sido afrontar el fenómeno del alejamiento de la fe, que se ha ido manifestando progresivamente en sociedades y culturas que desde hace siglos estaban impregnadas del Evangelio» [1]

Querida Familia Religiosa:

El pasado 15 de junio tuvo lugar la Santa Misa de Apertura de una nueva fundación de las SSVM, la comunidad «Nuestra Señora de Luxemburgo», fundación en el Gran Ducado de Luxemburgo, corazón de Europa.

Luxemburgo, ubicada en el centro de Europa, es una pequeña nación, que no supera el medio millón de habitantes. Propiamente hablando, se trata del Gran Ducado de Luxemburgo, el único Gran Ducado soberano de la actualidad, es decir, su gobierno es una monarquía constitucional y parlamentaria.

Luxemburgo limita con Bélgica (NO), Francia (O) y Alemania (E).

En Luxemburgo se habla luxemburgués, alemán y francés. Aunque también es posible comunicarse con muchos de ellos en inglés.

La nueva fundación de las SSVM es en Peppànge, una pequeña villa (que no supera los 500 habitantes) perteneciente al cantón de Esch-sur-Alzette, del municipio Roeser, al sur del país.

Se trata de un monasterio benedictino, de las benedictinas Adoratrices del Santísimo Sacramento (las mismas benedictinas del monasterio de Valkenburg en Holanda).

A lo largo de la historia, las persecusiones religiosas han contribuído a la expansión del catolicismo, y muchas veces las comunidades religiosas viéndose perseguidas, tenían que irse a otras regiones. De igual manera, el monasterio de Peppànge, es fruto de la Kulturkampf alemana, es decir, el enfrentamiento ideológico de los gobernantes liberales contra la Iglesia católica. Enfrentamiento y persecusión que duró aproximadamente 20 años, desde el 1871 al 1891.

En el marco de estos acontecimientos, la comunidad benedictina de Treveris (Trier) en Alemania, hace una súplica a la Iglesia de Luxemburgo pidiendo establecer en el centro de la diócesis un convento que se ocupase de la reparación eucarística. Esta súplica fue atendida, y el 18 de junio de 1875, la comunidad exiliada de Treveris, compuesta por 21 religiosas, entra en Luxemburgo, instalándose provisoriamente en un ala del convento de las hermanas de Santa Elizabetta, en Bettembourg. Posteriormente y gracias a la constante ayuda del obispo y de otros bienhechores, las hermanas pueden adquirir un terreno en Peppànge, una antigua granja. El 8 de noviembre del año 1883, la comunidad inaugura el nuevo monasterio y comienza la vida conventual.[2]

El monasterio de Peppànge es bien conocido en todo el Gran Ducado, porque fabrica las hostias para todo Luxemburgo, y también por su capilla, cuyos muros fueron afrescados entre los años 1927-1928 por los monjes benedictinos del monasterio de Maria Laach (Alemania) pertenecientes a la escuela de arte Beuronese[3], bajo la dirección del benedictino Notker Beker.

El 27 de abril del año 1941, durante la invasión alemana de la Segunda Guerra Mundial, el monasterio fue tomado por los nazis. Al momento de la ocupación germana eran 55 las monjas de clausura que fueron expulsadas. Una anécdota curiosa, es que cuando los nazis tomaron el monasterio, mandaron a pintar de blanco los muros de la capilla, para usarla como Sala Capitular y Sala de Recreación Quien ejecutó la orden, con buen tino, tapó todos los frescos no con pintura, sino con cal. De modo que luego de la Segunda Guerra Mundial, cuando el monasterio fue nuevamente habitado por las hermanas benedictinas, ellas con pedacitos de miga de pan, limpiaron pacientemente los muros de la capilla, salvando así la belleza de la obra artística.

Hasta aquí la historia. Ahora vamos a la nueva fundación.

Las tres hermanas que integramos la nueva comunidad, nos reunimos en Holanda, con la Madre María de la Caridad, Provincial de la Provincia del Norte de Europa y desde allí partimos.

Llegamos a Peppànge una semana antes de la apertura oficial, y el viaje nos hizo recordar las andanzas de Santa Teresa de Jesús, en los tiempos de sus fundaciones, aunque con algunas adaptaciones temporales: el trayecto ya no lo hicimos en carreta, sino que en un moderno auto europeo; el recorrido no eran las mesetas de Castilla o de Andalucía, sino la autopista que une Holanda y Luxemburgo; la duración del viaje … apenas 2 horas y media … pero el espíritu de fundar, el deseo de reenvangelizar Europa y de ganar almas para Dios era el mismo. El deseo de que estas tierras, de una fuerte tradición católica, no se perdieran en manos del ateismo práctico, víctimas de la indiferencia y del relativismo. Como diría el Beato Juan Pablo II:

“Enteros países y naciones, en los que en un tiempo la religión y la vida cristiana fueron florecientes y capaces de dar origen a comunidades de fe viva y operativa, están ahora sometidos a dura prueba e incluso alguna que otra vez son radicalmente transformados por el continuo difundirse del indiferentismo, del laicismo y del ateísmo (…) países y naciones del llamado primer mundo, en el que el bienestar económico y el consumismo (…) inspiran y sostienen una existencia vivida “como si Dios no existiera”(…) también la fe cristiana — aunque sobrevive en algunas manifestaciones tradicionales y rituales — tiende a ser erradicada de los momentos más significativos de la existencia humana, como son los momentos del nacer, del sufrir y del morir. (…) este patrimonio moral y espiritual corre hoy el riesgo de ser desperdigado bajo el impacto de múltiples procesos, entre los que destacan la secularización y la difusión de las sectas. »[4]

Llevábamos con nosotras la imagen de la Virgen de Luján, nos acompañaban el padre Pedro Torres, IVE,  que providencialmente tenía que ir a Luxemburgo en esos días, la Madre Caridad y la hermana Templo de la Santísima Trinidad.

Saliendo de Brunssum, pasamos por el monasterio de nuestras hermanas en Valkenburg, allí el padre celebró la Santa Misa y luego de la merienda y los saludos, mendigamos oraciones y comenzamos la marcha.

Al llegar a Peppànge nos esperaba ansiosa, la Mère Marie Joseph, de 84 años, priora del monasterio y la única religiosa que ha quedado en la comunidad. Estaban también Renè y Danielle Schintgen, el matrimonio que tanto ha hecho para que este sueño se hiciese realidad.

El domingo anterior a la inauguración, pudimos ir a peregrinar a la Catedral de Notre Dame, en la ciudad de Luxemburgo. La Catedral custodia la imagen de Nuestra Señora de Luxemburgo, Consolatrix Afflictorum y a ella fuimos a pedirle su intercesión para nuestra futura misión, ya que la nueva comunidad de las SSVM estaría bajo su patronazgo.

Ese mismo día, comenzaron a llegar a Peppànge, numerosos familiares y amigos del Instituto, provenientes de Holanda y Bélgica, llegaron también las Madres del Consejo General que venían viajando desde Roma y todas nuestras hermanas de las distintas comunidades de Holanda. El clima se iba tornando propicio, y la “Familia” se completó cuando el lunes llegó nuestro querido Padre Fundador, el Padre Carlos Buela, que junto con algunos sacerdotes del IVE presentes en Holanda y el padre Tristán Perez, superior del IVE en Europa del Norte, se sumaban para participar de este evento.

Ese mismo día lunes por la tarde, un grupo de hermanas participamos de las Vísperas Solemnes en honor a San Willibrordo, en la ciudad de Echternach, en la abadía medieval fundada por él y que custodia actualmente sus restos. Terminada la celebración de las Vísperas, bajamos a la Cripta, y luego de unas palabras de saludo que el Arzobispo dirigió, todos juntos cantamos el Credo en latín.

Pero la presentación “oficial” de nuestro Instituto en Luxemburgo, tuvo lugar al día siguiente, 14 de junio, martes después de Pentecostés, en Echternach.

En esta ciudad de Echternach, la más antigua de Luxemburgo, todos los martes después de Pentecostés y desde hace siglos, se realiza la Sprangprëssioun, “la procesión danzante”, en honor a San Willibrordo, (monje †739) primer obispo de Utrech y primer evangelizador de los pueblos frisones.  La procesión danzante está certificada por documentos que datan del año 1100 y es actualmente Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, declarado por la UNESCO.

El día 14, muy temprano por la mañana, partimos desde Peppànge hasta Echternach (40 minutos en auto) para participar allí de la Santa Misa y luego de la procesión.

Media hora antes de comenzar la Santa Misa, comenzaron a sonar fuertemente las campanas de la abadía para avisar del arribo de algunas delegaciones de peregrinos provenientes de Alemania, dirigidas por sus obispos, que con capa procesional y bastón pastoral, se acercaban hacia la basílica. Muchos de ellos venían caminando en peregrinación hacía 2 días.

Terminada la Santa Misa, en la cual concelebraron más de 27 obispos provenientes de los países vecinos, todos nos encaminamos hacia el cortil de la abadía, en el cual, desde el palco, el Arzobispo dio el saludo y bienvenida a los distintos grupos que se hacían presentes con sus respectivos obispos y pastores. Fue justamente allí, donde su Eminencia Mons. Ferdinan Frank nos dio la pública bienvenida y la bendición para comenzar la nueva fundación.

Luego de los saludos, se dispuso el orden para la procesión, la cruz procesional, los monaguillos, el incienso, los candelabros, el clero y los religiosos. Allí nos insertamos nosotras, que en total éramos 20 servidoras. Detrás nuestro venía la guardia civil cargando en andas las reliquias del santo, seguidas por el Arzobispo y el Abad de Clervaux, impartiendo la bendición a todas las personas que se encontraban a lo largo de la procesión. Mientras una parte de la procesión que marchaba, comenzaba a cantar las letanías en honor a San Willibrordo, la otra parte que venía detrás del Arzobispo, al mismo tiempo, comenzaba a danzar al ritmo de tambores flautas y trompetas. Sonaba así la simpática y alegre melodía de la Sprangprëssioun (del siglo VIII), que comenzaban a bailar los distintos grupos de “peregrinos danzantes”.

La procesión atraviesa toda la ciudad, de modo que en esta primera pasada, todos los participantes pudieron ver a las nuevas religiosas del país … lo que ciertamente ellos no se esperaban, es que también haríamos la procesión danzando en un segundo momento.

La procesión que parte de la basílica, luego de recorrer toda la ciudad, regresa nuevamente a la basílica, entra por la nave derecha y se encamina hacia la escalera que lleva a la Cripta. Cabe aclarar que a la basílica entran todos los que participan de la procesión, incluyendo las bandas. Al inicio de esta escalera, en un palco, esperan los obispos presentes, que van dando la bendición a los peregrinos a medida que van bajando a la Cripta.

Este año participaron de la procesión 45 grupos. Las servidoras teníamos el número 36, por lo que tuvimos tiempo suficiente de hacer tanto sea la procesión marchante, con los religiosos, como la procesión danzante con los peregrinos.

Fue una fuerte experiencia, ya que Dios permitió que diéramos los primeros pasos hacia la inculturación de estos pueblos, participando en esta tradición milenaria, insertándonos de una manera providencial en la historia de estos pueblos.

“Sólo una nueva evangelización puede asegurar el crecimiento de una fe límpida y profunda, capaz de hacer de estas tradiciones una fuerza de auténtica libertad”.[5]

El día 15 tuvo lugar la Santa Misa en ocasión de la Apertura de la nueva Comunidad de las Servidoras en Luxemburgo, en Peppànge. Presidió la celebración Monseñor Fernand Frank Arzobispo de Luxemburgo, concelebraron el Nuncio Apostólico para Bélgica y Luxemburgo, Su Eminencia Giacinto Berloco, Monseñor Kasteel, el padre Carlos Buela, el padre Victor Demianzuk, y otros varios sacerdotes de la zona. Estuvo presente también Su eminencia, el Cardenal Simonis, cardenal emérito de Holanda.

La homilía en francés que estuvo a cargo del Arzobispo Frank, fue traducida simultáneamente por Mons. Kasteel al español. Antes de la bendición final, el padre Buela dirigió unas palabras, saludando especialmente a la priora benedictina, y presentó una por una a las hermanas que integramos la nueva comunidad.

Seguidamente, el Nuncio Apostólico impartió la bendición apostólica a las hermanas de la nueva comunidad.

Por ahora, somos la comunidad apostólica, y procuraremos hacer de este monasterio un centro de espiritualidad y de peregrinos. Esperamos que en poco tiempo pueda llegar también la comunidad contemplativa.

Agradecemos a Dios y a la Virgen, en primer lugar, por haber permitido esta fundación, «Si el Señor no construye la casa, en vano se fatigan los constructores», agradecemos al Padre Carlos Buela, a todas las madres del Consejo General, a todos los padres, hermanas, familiares y amigos, que quisieron acompañarnos. Agradecemos a todos aquellas personas que hicieron posible esta fundación.

Encomendándonos a vuestras oraciones.

En Cristo y María, desde el corazón de Europa,

Hermanas de la comunidad Nuestra Señora de Luxemburgo

Madre María Madre Celestial

María Nueva Eva

Mariam Kidane Mehret



[1]Benedicto XVI, Carta apostólica en forma de “motu Proprio” UBICUMQUE ET SEMPER, 21 de septiembre de 2010.

[2]« Priez sans cesse » – 300 ans de prière. Paul Claudel. Editeur Paris 1953

[3]Escuela de arte fundada por Mauro Wolter (d.1890 – primer abad del monasterio de Beuron ), Desiderio Lenz (d.1928), y Gabriel Wüger (d.1892). El estilo “bueronese” nace alrededor del año 1868 y sus principales obras fueron desarrolladas hasta fines de la Primera Guerra mundial, aunque hubo también algunos otros artistas benedictinos posteriores a los años ’30. A este estilo artístico se atribuye la capilla del Colegio Holandés en Roma.

[4]Juan Pablo II, Christifideles laici, 34.

[5]Juan Pablo II, Christifideles laici, 34.