El Evangelio de hoy nos muestra que el problema de los conciudadanos de Jesús era la falta de fe. Ellos no veían a Jesús más allá de su mirada y de sus criterios humanos.
Esta es una tentación que también se hace presente en nuestra vida de misioneros. Es más, son muchas las tentaciones contra la fe que se presentan en la vida del misionero.
Por eso, quiero predicar en este día acerca de algunas de estas tentaciones contra la fe, siguiendo las enseñanzas del padre Carlos Buela en un sermón pronunciado en la Santa Misa de la comunidad del Seminario “María, Madre del Verbo Encarnado” el día 11 de octubre de 1998 (en la Jornada Mundial por las Misiones). Con la esperanza de que estos pensamientos ayuden a las hermanas (que hoy celebran quince años en esta misión) a fortalecer su fe y obtener muchos frutos.
Dice el padre que la primera tentación contra la fe es querer ver los frutos de nuestro apostolado. Ciertamente, aquí en Tanzania es normal ver muchos frutos. Pero aún así, podemos ser tentados en esto cuando vemos que muchas personas de nuestros apostolados no cambian su vida (pagana) a pesar de tantos esfuerzos en enseñarles; o cuando vemos que la gente de nuestros grupos no aumenta en su número… Y entonces, quizás nos desanimamos y pensamos: “esto ya no tiene sentido” o “para qué tanto esfuerzo” … ¡Es una tentación contra la fe! Contra esto, el padre Buela nos enseña que nuestras obras buenas hechas por amor a Dios siempre producen fruto, quizás en esta misma misión o quizás en otra misión del planeta. ¡Entonces todo esfuerzo tiene sentido! Aunque no veamos los frutos, los frutos se dan.
Otra tentación contra la fe es no reconocer que el primer fruto de la misión es el hecho de estar en la misión. ¡Estamos en la misión! Antes no había hermanas en esta misión… en esta parroquia… Ahora las hay. Esto ya es el primer fruto grande de la misión, dice el padre Buela. Ya empieza a cambiar la situación del lugar. La gente los empieza a ver… empieza a ver personas que dejan todo por Jesús, que sirven a los más necesitados (por ejemplo, en el dispensario), etc. ¡El primer fruto es estar!
Otra tentación contra la fe que tiene el misionero es considerar las dificultades de la misión como imposibles de superar. En verdad, siempre hay y habrá dificultades. Por citar algunos ejemplos: la lengua… las costumbres… el apostolado… el calor… los mosquitos… la soledad… pero, el padre Buela nos enseña (siguiendo la enseñanza de la Biblia) que, si Dios nos pide algo, Él mismo nos dará la fuerza para poder cumplirlo. Entonces, se sigue que no hay dificultades misioneras que sean insuperables.
Otra tentación contra la fe, y quizás la mayor, es no confiar en la Providencia divina… Dios, que siempre es Padre y siempre es Bueno, nos va a cuidar, nos va a proteger y nos va a guiar en nuestra misión. Y todo en la misión es ordenado por Él para nuestro bien.
Otra tentación contra la fe es pensar que estaríamos mejor en otra misión… Pero, como dice el padre, la mejor misión siempre es la misión a dónde nuestros superiores nos envían. Si en nuestra misión tenemos un sagrario y una imagen de la Virgen, ¿qué más necesitamos para estar bien? ¿cómo podremos estar mejor en otro lugar? E incluso, dice el padre, deberíamos prepararnos para ser fieles a nuestra vocación misionera incluso sin tener un sagrario ni una imagen de la Virgen.
Finalmente, podemos mencionar esta otra tentación contra la fe que es olvidar que el Espíritu Santo es el principal protagonista de la misión, y Él siempre hace cosas grandes… Nosotros no ponemos nuestra confianza en nosotros mismos (llenos de defectos y problemas), sino en el Espíritu Santo que sin dudas hará cosas grandes en esta misión de Tanzania.
Pidamos a nuestra madre María que nos ayude a ser misioneros de fe, y no como la gente del Evangelio de hoy. Que Ella nos ayude a no sucumbir a las tentaciones contra la fe, sino por el contrario a vivir de la fe.