La M. María de las Lágrimas Farina, misionera en Ucrania, nos cuenta acerca de una importante iniciativa emprendida para honrar a los mártires ucranianos con la prospectiva de la colina de la visión que los Pastorcitos Lucía, Francisco y Jacinta tuvieron en Fátima, en donde los mártires del siglo XX tienen un papel preponderante.
“Es un testimonio que no hay que olvidar”[1]
La idea de hacer un memorial para los mártires ucranianos del siglo XX se fue madurando desde el año 2001, cuando nuestro Fundador visitó Ucrania y, entre otras cosas, participó en la solemne beatificación de 27 mártires celebrada por San Juan Pablo II el 27 de junio en Lviv. “Se debería hacer una Colina de las Cruces en Ivano Frankivsk, que se podría llamar Colina de los Mártires, en recuerdo de todos los mártires, declarados o no de Ucrania”.
A partir de esta idea de nuestro Fundador, entonces Superior General del Instituto del Verbo Encarnado, y de nuestra experiencia de vida y de misión en Ucrania, con el pasar de los años fuimos entendiendo más la gracia de la historia martirial de esta Iglesia, y así se fue pensando un proyecto que se va delineando de a poco con el seguimiento de los superiores de nuestros Institutos en Ucrania.
Consagración de la Cruz en la “Colina de los Mártires”
La idea se pudo comenzar a concretar cuando conversamos sobre este proyecto con nuestro amigo, el General Vasyl Iaremchuk, “hutsul”, oriundo de los Montes Cárpatos, un hombre que en su juventud ocupó cargos de gobierno, y por su capacidad de administración ha promovido obras que han dado fuentes de trabajo y progreso en su pueblo natal. Es un hombre de gran influencia, muy respetable y de gran autoridad.
Necesitábamos conseguir una colina, donde se pudiera colocar un monumento, con espacio para las cruces que recuerden los numerosos mártires y que sea lo suficientemente accesible para la peregrinación y la oración. Él se tomó su tiempo, incluso algunos años para estudiar el tema, visitó posibles lugares, consultó a sus contactos. Finalmente se convenció que el lugar más apropiado sería la cresta del Gorgan, a unos 100 m. de la capillita de la Cruz de Matará que él mismo hizo construir en el año 2010 en el corazón de los Cárpatos, en la zona de Mykulychyn, donde realizamos periódicamente convivencias y campamentos. Comenzó las tratativas con las autoridades locales, la vecindad, la Jerarquía de la Iglesia local. Obtuvo todas las autorizaciones. Ha formado una comisión de trabajo para la realización de este proyecto. Ya están trabajado los artistas en el diseño del monumento.
Todo un año llevó la preparación del inicio del proyecto, recuerdo que el 13 de julio de 2016 acompañadas por el señor Iaremchuk recorrimos en cuatriciclo la cresta del Gorgan y según su parecer quedó elegida la cima donde se colocaría la gran cruz. Enterramos una medalla de la Virgen y rezamos encomendándonos a la Divina Providencia. A partir de allí comenzaron los trabajos en el lugar. El pasado 21 de junio de 2017, estando de campamento con un grupo de adolescentes, fuimos partícipes de la elevación de la cruz de metal, de 10 mts. de altura. Ese día la cruz había recorrido 100 km. por la provincia de Ivano Frankivsk hasta su destino. Para subirla tuvieron que hacer muchas maniobras. Verlo era impresionante. Era la hora de la puesta del sol, entre ruidos de camiones, y topadoras, voces de hombres que a gritos dirigían los movimientos a un lado y a otro. En la penumbra del anochecer se veía emerger lentamente la cruz, como que brotaba y crecía desde el seno de la tierra, como una semilla que estaba oculta y ahora surgía un árbol. Y yo pensaba, ¡es fruto de la sangre de los mártires! Creo que nadie podría plantar una cruz simplemente porque sí. Para plantar una cruz hay que tener fe, la fuerza y el estímulo para poner una cruz es fruto de la fe en Cristo.
Elevación de la cruz de metal, de 10 metros de altura
El 13 de julio de 2017, en el día del centenario de la revelación del secreto de Fátima, por regalo de la Divina Providencia pudimos ser partícipes de una jornada que se hizo sentir histórica. Un día memorable para también para nuestra Familia religiosa, cuyos miembros de ambos Institutos participábamos. Salimos caminando desde la aldea de Mykulychyn entonando cantos, al entrar en la parte del bosque comenzamos el rezo del vía crucis, el camino va en subida, los últimos metros son muy empinados, finalmente terminamos al pie de la cruz. El lugar estaba hermosamente preparado para esta solemnidad. Sobre los brazos de la cruz colgaba una corona de flores y ramas de pinos entretejida por las mujeres del lugar. En la piedra que cubre el pie de la cruz hay cuatro citas sobre los mártires (de San Juan Pablo II, del cardenal Ratzinjer, del patriarca Sviatoslav y del Padre Buela) y con reliquias de tierra de Fátima, de Tierra Santa, y de los lugares donde fueron martirizados en Stradch, Lviv, Mykola Konrad y Volodymyr Pryyma. En una ladera de la colina se hizo una construcción en madera donde se expuso el ícono pintado por la hermana servidora María Iednosti sobre la visión a modo de tríptico: a un lado la Virgen de Fátima y al otro lado el ángel con la espada de fuego y la triple expresión penitencia, penitencia, penitencia. Se expusieron las reliquias de San Juan Pablo II, Santa Jacinta Marto y San Francisco Marto.
Icono de la Colina de los mártires pintado por la hermana María Iednosti
El Obispo Monseñor Vasyl Ivasiuk vino acompañado de sacerdotes y seminaristas. La celebración fue el rezo del Moleben en honor de los mártires. Monseñor predicó con mucha fuerza sobre el sentido del martirio, el don de la vida por el Evangelio, bendijo la cruz y el terreno alrededor.
Monseñor Vasyl Ivasiuk con los peregrinos
La Madre María Hoshivska, Provincial de las Servidoras, y la hermana María Zarvanytska explicaron los detalles de este proyecto, dando a entender de un modo muy claro la magnitud del mismo. Hubo testimonios del tiempo de persecución. Monseñor acentuó la importancia del culto a los mártires para la transmisión de la fe a las nuevas generaciones. Agradeció el trabajo en común de nuestra Familia Religiosa con la gente del lugar. Se reconoció la generosidad de Vasyl Iaremchuk y se rezó un responso por el eterno descanso de su hijo Vitaliy, fallecido dos días antes de este acontecimiento, lo cual se hizo sentir el sabor a la cruz en toda su magnitud. Un coro entonó cantos en honor de los mártires.
“La Colina de los Mártires”
Conclusión
Es nuestro deseo no escatimar esfuerzos en transmitir a las nuevas generaciones los testimonios de vida heroicos que nos precedieron en nuestra misión y queremos responder al llamado que la Iglesia nos hace, a través de aquellos que nos han engendrado espiritualmente para esta misión.
Que María, “Reinadelosmártires”,nos haga comprender cada vez mejor la grandeza del sacrificio de los mismos.
M. María de las Lágrimas Farina
[1]San Juan Pablo ІІ, Carta apostólica Tertio Millennio Adveniente, 37.
[2]San Juan Pablo ІІ, Carta apostólica Tertio Millennio Adveniente, 37.