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Segunda época. Año XVII. N° 276

Roma, 26 de enero de 2011

Quien cree en la transubstanciación…

Homilía predicada por el R. P. Carlos Buela el día 8 de octubre del 2010 en ocasión del Acto de inauguración del año académico en el Centro de Altos Estudios “San Bruno de Segni”, Italia.

Antiguamente se decía que el Seminario era para prepararse a cantar la Misa. Y es muy cierto. En el fondo, si observamos bien, todo se orienta o debe orientarse hacia la Eucaristía, por ejemplo, ¿por qué debemos conocer la doctrina de Santo Tomás como nos manda el Concilio Vaticano II[1]?, para tener cimientos sólidos donde asentar los grandes principios de la fe, en especial la fe eucarística.

Quien cree en la transubstanciación…

Cree en todas las verdades de fe,crece en esperanza contra toda esperanza y edifica su vida sobre el amor enseñado por Jesucristo.

Cree en la creación.«La conversión del pan y del vino en el Cuerpo y Sangre del Salvador es tan admirable, singular, única y excepcional que es más difícil que la creación del mundo: “En esta conversión hay muchas cosas más difíciles que en la creación, en la que sólo es difícil hacer algo de la nada, lo cual es propio de la causa primera, que no presupone nada para su operación. Pero en la conversión sacramental no sólo es difícil que este todo se convierta en este otro todo, de modo que nada quede del anterior, cosa que no pertenece al modo corriente de producción de ninguna causa, sino también que queden los accidentes desaparecida la substancia, y otras muchas cosas […][2]»[3].

Cree en la Encarnación.Si Dios, por vía de concomitancia, se hace presente bajo la especie de pan y de vino, con más facilidad puede hacerse presente, al asumir hipostáticamente una naturaleza humana, en las entrañas purísimas de la Virgen María, de manera que en Cristo se dan dos naturalezas –la divina y la humana- sustancialmente unidas por la única Persona divina del Verbo.

Cree en la maternidad y virginidad de María. Si Dios tiene poder para hacerse presente en especie ajena, más lo tiene para hacerse presente en especie propia naciendo de Madre Virgen.

Quien cree en la transubstanciación…

Cree en la redención. Sipor la transustanciación se perpetua el sacrificio de la cruz donde murió por todos los hombres, ¡cuánto más lo pudo hacer en el Calvario!

Cree en la Iglesia, la cual es la cosa más maravillosa del mundo: «es la congregación de los santos bajo Cristo, su Cabeza»[4]. Y «la Eucaristía edifica la Iglesia y la Iglesia hace la Eucaristía»[5].

Cree en la conversión de los hombres, en su lucha victoriosa contra la tentación y el pecado, en que pueden alcanzar la santidad a pesar de todos los poderes y dominaciones que les son contrarios. Ya que la conversión de los hombres es un milagro moral que sólo puede realizar la gracia de Dios con nuestra colaboración. Todo hombre puede ser «portador de Cristo», en la Eucaristía puede hacerse un solo cuerpo con el Cuerpo de Cristo («concorpóreo»), una única sangre con la Sangre de Cristo («consanguíneo»),  una sola víctima con Cristo Víctima («convictimado») [una inmolación con su Inmolación («coninmolado»), un sacrificio con su Sacrificio («consacrificado»)], una sola cosa ofrecida con el Ofrecimiento de Él («conofrecido») y una sola cosa aceptada con Cristo Aceptado («conaceptado»), ya que es aceptado por el Padre.

Cree en la predestinación, la cual es la obra más grande de la misericordia de Dios, por la que Dios puede decir: «tendré misericordia de quien tengo misericordia, y tendré compasión de quien tengo compasión. Por consiguiente, no es del que quiere, ni del que corre, sino de Dios, que tiene misericordia. […]  Así que tiene misericordia de quien quiere y a quien quiere le endurece» (Ro 9,15-16.18). Así como en la Eucaristía «se hace una selección [no se transforman las especies] que indica penetración extraordinaria [se transforma sólo y totalmente la sustancia]»[6], de manera parecida la libérrima Voluntad de Dios obra sobre nuestra libertad sin destruirla para que libremente hagamos el bien que nos llevará al Cielo, cumpliéndose siempre lo que Él quiere.

Quien cree en la transubstanciación…

Cree en las vocaciones de especial consagración. Del mismo modo que la Eucaristía es obra del poder de Dios, que hace el misterio y el milagro: «este sacramento contiene todo el misterio de nuestra salvación»[7]; «la consagración de la materia de este [sacramento] es una milagrosa conversión de la substancia, que sólo Dios puede realizar»[8]; así, todas las vocaciones de especial consagración son, a su modo, un misterio y un milagro. Son una obra maestra, un capolavoro, un masterpiece de Dios. Es absurdo pretender caricaturizarlas como si fuesen obras meramente humanas.

De manera especial en el sacerdocio católico, como dice el Beato Manuel González: “¡Cuánto debe gozar el corazón del sacerdote en vivir sólo para dar a Jesús y darse con Él a las almas! Por la consagración sacerdotal el sacerdote ha dejado místicamente de ser un hombre para empezar a ser un Jesús. Una especie de transubstanciación se ha operado en él: las apariencias son del hombre, la sustancia es de Jesús. Tiene lengua, ojos, manos, pies, corazón como los demás hombres; pero, desde que ha sido consagrado, todos esos órganos e instrumentos no son del hombre sino de Jesús. Su lengua es para hacer Carne y Sangre de Jesús de la sustancia del pan y del vino; para hacer vivir a Jesús en las almas por medio de los sacramentos y de la predicación sagrada. Sus ojos son para mirar y compadecer y atraer en lugar y al modo de Jesús, que se ha querido quedar oculto y como ciego en el Sagrario. Su manos son para dar bendiciones a hijos, direcciones a caminantes, apoyos a débiles, pan a los hambrientos, abrigo a los desnudos, medicinas a los enfermos en nombre y virtud de Jesús. Sus pies son para ir siempre en seguimiento de ovejas fieles o en busca de las descarriadas. Su corazón es para amar y perdonar y agradecer y volverse loco a lo Jesús. Su cabeza es para pensar en Jesús y con criterio de Jesús conocerlo y darlo a conocer cada vez más y mejor y como Él, no aspirar en la tierra más que a una corona de espinas…”[9].

Cree en la eficacia de la evangelización, en sus distintas formas: predicación del kerigma, catequesis, misiones ad gentes y populares, homilías, docencia, ecumenismo y diálogo interreligioso. Enseñaba Pablo VI: «nunca se insistirá bastante en el hecho de que la evangelización no se agota con la predicación y la enseñanza de una doctrina. Porque aquella debe conducir a la vida: a la vida natural, a la que da un sentido nuevo gracias a las perspectivas evangélicas que le abre; a la vida sobrenatural, que no es una negación sino purificación y elevación de la vida natural. Esta vida sobrenatural encuentra su expresión viva en los siete sacramentos y en la admirable fecundidad de gracia y santidad que contienen.

            La evangelización despliega de este modo toda su riqueza cuando realiza la unión más íntima, o mejor, una intercomunicación jamás interrumpida, entre la Palabra y los sacramentos. En un cierto sentido es un equívoco oponer, como se hace a veces, la evangelización a la sacramentalización.

Porque es seguro que si los sacramentos se administraran sin darles un sólido apoyo de catequesis sacramental y de catequesis global, se acabaría por quitarles gran parte de su eficacia. La finalidad de la evangelización es precisamente la de educar en la fe de tal manera que conduzca a cada cristiano a vivir – y no a recibir de modo pasivo o apático – los sacramentos como verdaderos sacramentos de la fe»[10].

Cree en la acción del Espíritu Santo,en el gobierno del mundo que ejerce según los dictados de la Providencia de Dios. De manera semejante a como la acción del Espíritu Santo obra en la Misa.

Quien cree en la transubstanciación…

Tiene la certeza del triunfo sobre el mal. Él ha «…despojado los Principados y las Potestades y los exhibió públicamente, incorporándolos a su cortejo triunfal»(Col 2,15); «…conforme a la eficacia de su fuerza poderosa, que desplegó en Cristo, resucitándole de entre los muertos y sentándole a su diestra en los cielos, por encima de todo Principado, Potestad, Virtud, Dominación y de todo cuanto tiene nombre no sólo en este mundo sino también en el venidero. Bajo sus pies sometió todas las cosas…» (Ef 1,19-22). Es el poder de Dios, manifestado en el misterio pascual, que se perpetúa en la Misa, el que ha dejado a los poderes y dominaciones «abocados[11] a la ruina» (1 Co 2,6), como poderes zombis.

Las verdades escatológicas lo llenan de alegría. Sabe que los hombres y los pueblos tienen como fin último a Dios, quien para los que lo acepten tiene preparados bienes inconmensurables y «que sólo conoce Quién los hará»[12]Sabe, por la Eucaristía, que «las obras de Dios son perfectas»(Cfr. Deut 32, 4).

Cree en la Palabra de Jesucristoque dijo: «mi Carne es verdadera comida y mi Sangre es verdadera bebida. Quien coma mi Carne y beba mi Sangre está en mí y yo en él» (Jn 6, 55-56). El cual, señalando a su Madre, nos dijo a cada uno: «he aquí a tu Madre» (Jn 19,27).

Quien cree en la transubstanciación…¡es invencible!



[1] Cfr. Concilio VaticanoII, Optatam totius, 16, etc.

[2] Santo Tomás de Aquino, Summa Theologhiae,III, 75, 8, ad 3: «in hac conversione sunt plura difficilia quam in creatione, in qua hoc solum difficile est, quod aliquid fit ex nihilo, quod tamen pertinet ad proprium modum productionis primae causae, quae nihil aliud praesupponit. Sed in hac conversione non solum est difficile quod hoc totum convertitur in illud totum, ita quod nihil prioris remaneat, quod non pertinet ad communem modum productionis alicuius causae, sed etiam habet hoc difficile, quod accidentia remanent corrupta substantia, et multa alia […]».

[3] Carlos Miguel Buela, Pan de vida eterna y Cáliz de eterna salvación, Segni 2006, 46-47.

[4] Beato Francisco Palau, Mis relaciones, Roma 1977, 59-60 y passim.

[5] Juan PabloII, Carta EncíclicaEcclesia de Eucharistia (17 de abril de 2003), 26.

[6] Dom Vonier, Doctrina y clave de la Eucaristía,Buenos Aires 1946, 193. Corchetes nuestros.

[7] Santo Tomás de Aquino, Summa Theologhiae,III, 83, 4, c.: «Quia in hoc sacramento totum mysterium nostrae salutis comprehenditur…».

[8] Santo Tomás de Aquino, Summa Theologhiae,III, 78, 1, c.: «Sed in hoc sacramento consecratio materiae consistit in quadam miraculosa conversione substantiae, quae a solo Deo perfici potest».

[9] Beato Manuel González, Obras Completas, t. II, Burgos 1998, 593-594.

[10] Pablo VI, Carta Encíclica Evangelii nuntiandi (8 de diciembre de 1975)47.

[11] Abocar: desembarcar, ir a parar.

[12] Cf. Santo Tomás de Aquino, Summa Theologhiae,Supplementum, 91, 3.

Crónica del día 8 de diciembre, Solemnidad de la Inmaculada Concepción de María, desde el Monasterio “Beata María Gabriela de la Unidad”

Solemnidad de la Inmaculada Concepción de María

“María será el lazo que unirá las dos Iglesias

y hará de todos aquellos que la aman un pueblo de hermanos

bajo la paterna autoridad del Vicario de Jesucristo”[1]

 

Introducción

Muchas veces nos pasa de escuchar ciertas expresiones a las cuales damos desde el inicio nuestra total credibilidad porque nada en su enunciado se contrapone a la verdad de lo que se quiere expresar y de la fe de la Iglesia y el sentir común del pueblo cristiano. Pero cuando se comprende aquella misma expresión teniendo en cuenta los elementos de fe y amor de todo un pueblo y una cultura, aquellas palabras nos resultan más luminosas y amables. Así nos sucedió después de haber escuchado un trabajo elaborado por nuestro querido Mons. Andrea María Erba en el que desarrollaba en tres interesantes puntos la arraigada y amada piedad mariana del pueblo ruso. Y de aquí entender un poco más aquella expresión llena de esperanza de Agustin Schouvaloff, gran apóstol ruso de la conversión de su pueblo a la unidad católica a través de la profunda devoción que abriga en su corazón esta numerosa parte del redil de Cristo, a la Madre de Dios:

María será el lazo que unirá las dos Iglesias

y hará de todos aquellos que la aman un pueblo de hermanos

bajo la paterna autoridad del Vicario de Jesucristo”.

Como es de muchos ya sabido, en nuestro monasterio se pudo dar reinicio, hace ya algunos años, a la Asociación de oración por la unidad de los cristianos, especialmente en Rusia, gracias no solo a la propuesta e iniciativa de Mons. Andrea María Erba sino también a su celo apostólico en el hacer conocer y amar esta gran obra para el bien de toda la Iglesia, como es el don inestimable de la unidad y que además es objetivo primordial en la tarea apostólica de nuestro actual Sumo Pontífice, Benedicto XVI.

Dicha Asociación está bajo el patrocinio de María Inmaculada, porque “los rusos, -como escribe el mismo padre Schouvaloff- han conservado entre los tesoros de su fe el culto a María, a Ella invocan y creen en su Inmaculada Concepción”. Por tal motivo quiso Mons. Erba este año ayudarnos a profundizar este tesoro de fe del pueblo ruso. Y con su delicadeza de padre y pastor así nos escribió para el pasado 8 de diciembre: “La Señora, tan venerada en Rusia con los títulos más bellos, es el camino más seguro que conduce a la unidad y es el secreto del verdadero ecumenismo. Padre Schouvaloff y Padre Tondini han dado la vida por la santa causa y han rezado y hecho rezar.”

Cómo transcurrió nuestra fiesta a María Inmaculada

Por la mañana del día 8 de diciembre toda la comunidad se dedicó a armar los pesebres y a adornar todo el monasterio en un gran clima de serena alegría festiva. Una mañana en que el gozo de la Solemnidad del Dogma, la alegre espera del Niño Dios que ha de nacer y el entusiasmo que cada 8 de diciembre significa para nuestra misión por la unidad, se conjugan siempre de modo tan armonioso cada año, preparando una vez más nuestras almas para la celebración solemne de la Eucaristía. Después de la Santa Misa tuvo lugar la exposición a cargo de la Hna. María del Corpus Domini, sobre el trabajo elaborado para la ocasión por S.E.R. Mons. Andrea María Erba, en base al libro de A. Brunello, “Le chiese orientali e l’unione”, Editrice Massimo, Milano 1966, p.266-275.

Dicho trabajo constaba de tres grandes puntos:

Una introducción en la que Monseñor hace una reseña de la historia de la Iglesia en Rusia y del Patriarcado ruso, historia que inicia desde el bautismo en masa de millones de rusos al tiempo del príncipe Vladimir en el siglo X, terminando con un breve panorama del período actual empezando desde 1917 hasta los días de hoy.

El segundo gran punto se dedicó al estudio de las características de la teología rusa, para lo cual Monseñor se sirvió de la Carta Apostólica de S.S Juan Pablo II “Euntes in mundum” del 25 de enero de 1988 con ocasión de la celebración del primer milenio del Bautismo de la Rus’ de Kiev.

Estas características son:

El gran instrumento de la lengua eslava;

La Sagrada Escritura, especialmente los evangelios, como fuente primera de la fe y cultura del gran pueblo ruso;

La liturgia;

La tradición;

La espiritualidad rusa;

La iconografía y su rol insustituible en la piedad del alma rusa.

El tercero de estos grandes puntos fue el mencionar y desarrollar brevemente las características de la Mariología rusa.

Pero no todo terminaba con la exposición del interesante texto; Mons. Erba tenía aún una sorpresa que darnos. Aunque él no puedo estar presente, es como si lo hubiera estado y hubiera participado de la alegría que nos dio al leer su carta. En ella había escrito hablando de los padres Schouvaloff y Tondini que “habían rezado y hecho rezar por la santa causa de la unidad”. Siguiendo pues el empeño de sus hermanos en religión, ya que estos sacerdotes pertenecían a su misma congregación de los padres barnabitas, Monseñor adjuntó a su carta 11 advocaciones de la Santísima Virgen, 11 íconos que serían repartidos a cada una de nosotras para que“la invoque cotidianamente con amor” para que “hagamos nuestras las características de la mariología rusa, enriqueciendo nuestra espiritualidad y piedad”. De hechoal hablar sobre la intensa espiritualidad de la iconografía decía en una parte de su trabajo: “Los iconos de la Madre de Dios tuvieron una difusión enorme en la vida pública y privada del pueblo ruso. En todas las habitaciones, aún en las más pobres, la imagen de María era infaltable y se la colocaba en un lugar bien visible, adornada con manteles y telas bordadas, lámparas con aceite que ardían continuamente en su presencia. Con los íconos los padres bendecían a sus hijos en las grandes separaciones de la vida (las bodas, la partida a la guerra, los viajes, etc.) … Delante al icono de la Madre de Dios cada ruso se postraba gritando desde lo más profundo de su corazón “¡Santísima Madre de Dios, salva la tierra rusa!”

Tales advocaciones y sus iconos correspondientes son:

“La Madre de Dios del Signo”pintada en Rusia a fines del siglo XVI, una de las más veneradas por el pueblo ruso. Tal imagen de la Madre de Dios es colocada detrás del altar de las iglesias ortodoxas, porque es manifestación iconográfica de la Iglesia, personificada en María que ha custodiado en su seno a Aquel que nadie puede contener. De hecho en el pecho del icono de la Virgen está el Niño Jesús circunscripto por un círculo. Ella está con las manos en posición orante.

“La Madre de Dios en trono”  conocida en Rusiacon el nombre de Virgen de Chipre, pues una imagen análoga se encontraba ya desde el siglo VII en la isla que lleva su nombre.

“La Madre de Dios Odigitria”  La tradición bizantina habla ya de esta imagen desde los primeros tiempos de la Iglesia y confiere a San Lucas ser su autor. Según la leyenda la Madre de Dios habría bendecido esta imagen diciendo “mi bendición reposará siempre sobre esta imagen” San Lucas la habría enviado así a Antioquía, al ilustre Teófilo, junto al texto del su evangelio.

“La Madre de Dios de Smolensk” es el ícono más cercano al tipo clásico de la Odigitria bizantina con los gestos solemnes de la Theotokos y del Emmanuel que bendice.

“La Madre de Dios de Tichvin”  venerada en Rusia desde 1383 y muy semejante a la Odigitria Eleousa (de la ternura o misericordia)

“La Madre de  Dios de Kazán”  considerada milagrosa por el hecho de haberse aparecido tres veces a una niña a la cual pide que se descubra un ícono suyo que había quedado sepultado en una iglesia consumida por el fuego. Como nadie creía a la niña, la Virgen aparece la tercera vez diciendo que si esto que le refería no se anunciaba a todos, “aparecería en otro lado y grandes calamidades caerían sobre ellos”. Tal imagen fue entregada por S.S Juan Pablo II al patriarca Alejo II en el año 2004 y a través de él a todo el pueblo ruso.

“La Madre de Dios de la Ternura” icono en el cual la Madre y el Hijo se intercambian un gesto de ternura, gesto colmado de sublime sentimiento humano, amor y ternura materna con el cual se quiere expresar el aspecto humano de la maternidad divina de María. El elemento de la compasión tan resaltado por la espiritualidad rusa encuentra aquí un claro exponente de su fe y confianza en la actitud materna de María al cual el pueblo ruso abraza como el Niño hace figurativamente con Ella en este ícono.

“Icono de la Madre de Dios de Vladimir”  que según las crónicas rusas fue llevado en 1131 desde Constantinopla a Rusia. En 1151 fue llevada desde Kiev al rey Vladimir, del cual toma el nombre. En 1395 es trasladada a Moscú y es célebre por sus intervenciones milagrosas. Ningún ícono ha alcanzado la sublimidad de la perfección del arte iconográfico como este de Vladimir y una tal pureza de estilo al punto que se piensa insuperable, pues su belleza está más allá de todo canon terrestre.

“Madre de Dios de Tolga”  pintada probablementeen Moscú en el siglo XVI y toma el nombre del lugar donde aparece que es sobre el río Tolga donde fue construido el monasterio que conserva la imagen.  Es una representación sumamente lograda entre la ternura materna y al mismo tiempo un desapego de todo lo terreno que infunde una gran paz y pureza espiritual a quien lo contempla.

“La Madre de Dios de Korsum” la característica de este icono es que tanto la Madre como el Hijo son representados a media figura, mostrando el gesto tierno de las manos de ambos que se entrelazan con indecible ternura mostrando la dulce intimidad entre Jesús y su Santa Madre.

“La Madre de Dios de la Pasión” (Strasnaja)  forma parte del tipo iconográfico del siglo XIV en el cual sobresalen dos ángeles que llevan en sus manos los instrumentos de la pasión y hacia los cuales vuelve con estupor sus ojos el Divino Niño Jesús en los brazos de su Madre como buscando refugio en Ella.

Para concluir, tuvimos el canto del Akatistos que precedió el canto de las Vísperas como un extenso himno colmado de alabanzas a nuestra Madre del Cielo.

Terminaba la carta de Monseñor con una cita del padre Schouvaloff concluyendo así ese hermoso 8 de diciembre en que la contemplación de la Inmaculada Virgen y Madre de Dios y el empeño de nuestra misión ecuménica se dan cita cada año con la inquebrantable esperanza de la unidad, especialmente con nuestros hermanos ortodoxos del gran pueblo ruso:

“No temáis; nuestras penas, nuestras oraciones encontrarán gracia delante de Dios…”

Aprovechamos la ocasión de esta crónica para renovar nuestra invitación a quien quiera formar parte de nuestra asociación de oración por la unidad de los cristianos y de este modo concreto cooperar a la gran intención que consumió los latidos del Corazón de Cristo en esta tierra y por lo cual rezó al Padre Celestial antes de morir por lo que pedía,

“que todos sean uno como tú, Padre, y Yo, somos uno.”

Hermanas del Monasterio

“Beata María Gabriella dell’Unitá”, Pontinia- Italia.



[1][1]Agostino Schouvaloff, La mia conversione P.II n. X

Rezar por la Unidad de los Cristianos

A continuación ofrecemos la circular que nuestra Superiora General, la Madre María de Anima Christi, envió en el año 2004, invitando a asociarse para rezar por la unidad de los cristianos, especialmente en Rusia:

*******

El sábado 10 de enero de 2004, Mons. Erba visitó el Monasterio “Beata María Gabriela de la Unidad” y, en preparación al Octavario de oración por la unidad de los cristianos, expuso una conferencia acerca de la vida de los Padres barnabitas Schouvaloff y Tondini. Estos sacerdotes, de la misma congregación de Mons. Erba, dieron inicio en el siglo XIX a una Asociación de oración por la unidad de los cristianos, con especial interés por Rusia.

El P. Agustín M. Shouvaloff (1804-1859) era un conde ruso ortodoxo convertido al catolicismo y al quedarse viudo, a la edad de 52 años, entró en el noviciado de la congregación de los Clérigos Regulares de San Pablo (Barnabitas). Escribió una autobiografía titulada “Mi conversión, mi vocación” en la cual describe su historia personal y la inspiración de fundar una Asociación de oración por la unidad de los cristianos en Rusia. Tal iniciativa, que se concretó en 1857, fue aprobada el 4 de noviembre de 1862 por el Card. De Angelis, Arzobispo de Fermo.

Durante la celebración de su primera Misa lo asistió el P. Tondini, quien había sido también su compañero de noviciado. Conmovido por el testimonio de vida del Padre Shouvaloff, también el P. Tondini se hizo gran promotor de la causa ecuménica, particularmente en lo referente a la unidad de los cristianos en Rusia. Tres veces al día ofrecía a Dios su propia vida por esta intención mediante una oración especial. Durante su vida de misionero viajó a distintos países de Europa y pudo presentar la Asociación de oración a numerosos obispos, sacerdotes, religiosos y laicos. Muchos adhirieron a esta iniciativa espiritual.

Después de la muerte del P. Tondini no hubo quién siguiese esta tarea de promoción de la Asociación y de a poco se fue extinguiendo el fervor por esta noble causa, hasta que Mons. Erba, como vicario del seminario de los Padres Barnabitas, trató de darle un nuevo  impulso. Pero desde hace casi 30 años, cuando tuvo que dejar sus tareas en el seminario para dedicarse a otras actividades en bien de la Orden y de la Iglesia, nuevamente la Asociación quedó en el olvido.

Monseñor siempre conservó encendido el interés por la misma, movido por su ardiente deseo de la unidad entre los cristianos. Así fue que en varias ocasiones nos comentó acerca de esta Asociación, manifestando su deseo de que esta obra pudiese en cierto modo ser continuada. En concreto, hace ya tiempo, propuso a nuestras hermanas del Monasterio “Beata María Gabriela de la Unidad” relanzar esta obra espiritual, dado que ellas recibieron de parte del P. Buela la especial misión de rezar por la unidad de los cristianos.

A raíz de esta propuesta, estudiamos el tema con vivo interés en el Consejo General y acogimos con alegría la iniciativa, pues en estos tiempos, la urgencia de la labor ecuménica se hace sentir de manera especial. Nos pareció que es un modo concreto de sentir con la Iglesia, buscando que se cumpla cuanto antes la promesa-profecía de Nuestro Señor Jesucristo: “habrá un solo rebaño y un solo pastor” (Jn. 10,16).

El mismo día sábado 10 de enero, Víspera de la Fiesta del Bautismo del Señor, en el Monasterio “Beata María Gabriela de la Unidad” en Pontinia, Mons. Erba relanzó la Asociación de oración por la unidad de los cristianos especialmente en Rusia.

Las hermanas del Monasterio “Beata María Gabriela de la Unidad”, por su misión ecuménica, serán las encargadas de promover la Asociación de oración, según el espíritu y la intención de los PP. Tondini y Schouvaloff. La Asociación está abierta a todos aquellos que libremente quieran adherir y difundir a su vez la causa ecuménica, rezando particularmente por la unidad de los cristianos en Rusia.

El P. Tondini soñaba que, cuando llegase al cielo, los frutos de unidad que vería,habrían sido en parte mérito de la iniciativa y oración de los miembros de la Orden Barnabita. Espero que también nosotros, como miembros de la Familia Religiosa del Verbo Encarnado, podamos dar nuestro aporte a esta importante causa que nace propiamente del mismo Corazón de Nuestro Señor Jesucristo, quien oraba con insistencia: “Que todos sean uno”(Jn. 17, 11.21-22).

Segni, 18 de enero de 2004, en el inicio del Octavario de oración por la unidad de los cristianos.

Madre María de Anima Christi

Superiora General

Crónica de la nueva fundación de las SSVM en el Hospital de San Luis en Argentina.

Querida Familia Religiosa:

Desde las tierras del Cristo de la Quebrada, les escribimos para contarles un poco de la fundación en el Hospital Policlínico Regional de la ciudad de San Luis.

En el Policlínico trabajaban las hermanas Aliadas Carmelitas descalzas de la Santísima Trinidad, una congregación mexicana fundada hace 25 años, casi como nosotras. Habíamos arreglado con ellas juntarnos un día antes de nuestro inicio para que nos presentaran a las autoridades del Hospital y nos mostraran todas las instalaciones, los distintos pabellones y áreas.

Así fue que el día 5 de enero tempranito llegamos al Hospital. Durante toda la mañana visitamos las distintas áreas, las hermanas mexicanas nos presentaban y a la vez se despedían, así que era bienvenida pero en medio de lágrimas pues la gente estaba muy acostumbrada a las hermanas que estaban desde hacía ya 7 años y quienes hicieron un muy buen trabajo aquí, tanto con los enfermos como con el personal médico.

Por la tarde, mientras las hermanas mexicanas ordenaban todas sus cosas, nos fuimos a peregrinar a nuestro Santo Patrono, “El Cristo de la Quebrada”, poniendo a sus pies nuestra fundación y todos los frutos de la misma.  También peregrinamos a la tumba del Padre Carlos Lojoya, a quien atribuimos en gran parte el haber concretado esta fundación, ya que cuando se trasladaron los restos del Padre Carlos a San Luis, hace unos años, le pedimos entre otras muchas cosas, poder fundar algún día una casa aquí en San Luis.

A la noche nos reunimos nuevamente con las hermanas Carmelitas. Ellas nos explicaron y contaron muchas anécdotas y experiencias vividas de su trabajo en el hospital. Esa noche dormimos todas en la casa, las dos comunidades. Fue muy enriquecedor compartir con ellas y muy edificante también, pues en medio del dolor que significa levantar una comunidad, las hermanas nos recibieron muy bien y nos trataron con una caridad exquisita. Les estamos muy agradecidas.

El día 6 de enero, Solemnidad de la Epifanía del Señor, se celebró la Santa Misa de despedida de las hermanas mexicanas y de bienvenida nuestra.

Antes de la Santa Misa, en presencia de todos nuestros familiares y de la gente que asistió, se leyó y firmó el convenio con el Obispado. Se leyeron los saludos de Monseñor Jorge Lona, Obispo de San Luis, quien no pudo asistir por problemas de salud y de Monseñor Pedro Martínez, Obispo Coadjutor de la Diócesis que tampoco pudo estar presente.

Presidió la ceremonia el Vicario Diocesano, Monseñor Conti, junto con el Capellán del Hospital, el Padre Valeriano Ruiz, y los padres Ricardo Clarey, Provincial del IVE, y el Padre Diego Cano. Solemnizaron la ceremonia un grupo de hermanas del Aspirantado “Beata Laura Vicuña” junto con algunas aspirantes.

Vino mucha gente, más de la que imaginábamos, conocidos de las hermanas carmelitas,  familiares nuestros, amigos y miembros de la 3º Orden, como también personal del hospital.

Luego de la Santa Misa, hicimos un pequeño copetín, con la gente dispersa por los diversos sectores que teníamos a disposición, ya que no entrábamos todos en el mismo lugar.

Las tres hermanas que conformamos la comunidad “Cristo de la Quebrada”, somos oriundas de San Luis y esto le dio un tinte especial a los festejos de la fundación, ya que fue una fiesta muy familiar: papás, hermanos, tíos, primos, sobrinos; y sumado a esto también vinieron los padres de varios misioneros y misioneras puntanos.

Damos gracias a Dios por tantas gracias recibidas.

A los pies del Santo Cristo de la Quebrada ponemos esta nueva fundación y todos los frutos que de ella se sigan.

Nos encomendamos a sus oraciones.

En Cristo y María.

Hermanas de la Comunidad “Cristo de la Quebrada”

San Luis- Argentina.