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Segunda época. Año XVII. N° 278

Roma, 29 de marzo de 2011

Noticias desde Tanzania

Querida Familia Religiosa:

Quería compartir con ustedes una gran alegría,  el 8 de marzo ha ingresado a nuestra comunidad en Tanzania la “primer vocación”, se llama Flora John y tiene 16 años. Llegó acompañada de sus papás, quienes participaron de la Santa Misa y después desayunaron con nosotras. Su papá traía en la mano el bolcito de Flora y me lo entregó a mí diciéndome algo muy lindo: “hermana aquí está la ropa de mi hija y aquí está mi hija que desde este momento es su hija, y yo estoy muy contento de que ella quiera ser religiosa pero si no es lo que Dios quiere, sé que ustedes la van a ayudar a ser una buena mujer cristiana”. La mamá cuando se despidió de ella se emocionó un poquito y nos dijo: “ahora ustedes tienen a mi hija, yo las invito a mi casa,  mi casa, es de ustedes”.

Yo a los papás les dije que desde ahora ellos son nuestra familia y que nosotras también somos sus hijas, que no han perdido una hija si no que Dios los bendijo con ¡cinco hijas más aquí en Ushetu!, estaban muy contentos. El papá en un momento me dijo: “hermana, yo sé que tengo que rezar para que mi hija haga lo que Dios le pida y como usted me dijo en la reunión, si ella volviera a mi casa la recibiré con la misma alegría con que la dejo en la suya, porque usted es ahora mi familia”.

Madre María Cor Iesu, superiora de la comunidad “Sagrado Corazón de Jesús”, Tanzania.

Homilía predicada por el R. P. Carlos Walker en la Solemnidad de San José en Segni.

En la solemnidad de San José, celebramos un nuevo aniversario de la fundación de las Servidoras del Señor y de la Virgen de Matará, y también el vigésimo aniversario de la fundación de la rama contemplativa de las mismas. En esta santa Misa, en la que una hermana hará sus votos perpetuos y todas las hermanas de votos perpetuos de la Provincia Nuestra Señora de Loreto renovarán sus votos, quisiera hablar sobre la consagración religiosa.

Los Padres de la Iglesia veían en el libro del Cantares de los Cantares el símbolo de la unión que existe en Jesucristo entre el Verbo eterno y la naturaleza humana.

San Bernardo hablaba del Verbo eterno, la Sabiduría infinita, como del Esposo que se escoge para sí mismo a la naturaleza humana como esposa. Esto sucedió en la Encarnación, en la cual la Virgen Inmaculada fue como la cámara nupcial donde tuvo lugar esta unión, y cuyo artífice fue el mismo Espíritu Santo.

Este desposorio entre la naturaleza divina y la naturaleza humana en la Persona del Verbo, se debe dar de modo moral y místico también en las almas.San Bernardo quería ver en el alma, esposa de Cristo, un reflejo de la unión de la humanidad de Cristo con el Verbo de Dios. El santo doctor se refería a los estados denominados desposorios místicos o matrimonio espiritual al que llegan algunos, pero su comentario al Cantar de los Cantares también se puede aplicar para indicar las principales cualidades y las obligaciones de quienes por medio de la profesión religiosa se convierten en esposas consagradas de Cristo[1].

El Directorio de Espiritualidad de las Servidoras dice de hecho que “las religiosas, por la misma dignidad de su consagración, son ‘esposas del Verbo’. En cierto modo, las religiosas se asemejan a la naturaleza humana de Cristo, que está despojada totalmente de sí misma, sin tener, ni siquiera, personalidad propia; está unida al Verbo con una unión íntima y perfectísima; es instrumento docilísimo del Verbo; toda su riqueza consiste en darse al Verbo”[2].

1. En primer lugar, la naturaleza humana de Jesucristo está totalmente libre de toda búsqueda de sí misma y de todo apego a las creaturas. Sabemos que, siendo Cristo perfecto hombre, su naturaleza humana es completa. La humanidad de Cristo, con todo, no tiene personalidad propia. Jesucristo se despojó de aquello que nos es más propio: aquello que constituye nuestro “yo”, la porción más alta de nuestro ser racional. La persona divina del Verbo, reemplaza y sustituye a la persona humana en Cristo. Por este motivo, no existe una naturaleza humana que esté tan radicalmente despojada como la de Cristo.

El Directorio de Espiritualidad dice que, aejemplo de la humanidad de Cristo, también las Servidoras han de despojarse radicalmente. Han de morir totalmente al propio yo, esto es: al pecado, al mundo, a los sentidos, al carácter y a los defectos naturales, a la voluntad y espíritu propios, a la estima y amor de sí mismas, han de morir incluso a las consolaciones espirituales, a todo apoyo y seguridad humanas e incluso a toda propiedad en lo que concierne a la santidad[3]. En una palabra, como esposas de Cristo y a ejemplo de su divino modelo, han de morir perfectamente a sí mismas.

2. Por otra parte, el despojo que se da en la Encarnación lleva a la naturaleza humana de Cristo a adherirse estrechísimamente al Verbo eterno de tal suerte que, fuera de la unión que existe en la santísima Trinidad, no existe una unión tan íntima como la que se da en la unión hipostática. Se trata de una unión indisoluble que, una vez realizada, no tiene fin y ni la misma muerte de Cristo acabó con ella.

Sabemos que ambas naturalezas en Cristo existen en su integridad. No se hallan unidas extrínsecamente, sino que existen la una en la otra con íntima unión. La unión hipostática tiene como consecuencia esta mutua inmanencia de ambas naturalezas.La divinidad invade la humanidad, la cual, sin sufrir transformación alguna, queda deificada.

Hay entonces una posesión absoluta de la humanidad por parte del Verbo eterno, y correlativamente, la absoluta sujeción a Dios de la naturaleza humana, con todos sus actos libres. Entre la naturaleza humana y el Verbo, existe una perfecta e incesante comunión de pensamientos, voluntades, sentimientos, y acción. Durante su paso por este mundo, toda su vida, su actividad, su misma esencia, estaba consagrada a la gloria de Dios. Todos sus pensamientos, su voluntad, sus deseos, y hasta la última célula de su cuerpo vivió por el Verbo y para el Verbo.

Las religiosas también han de buscar de reflejar siempre en su vida todos estos aspectos de la maravillosa unión de la Encarnación. El Directorio de Espiritualidad dice que las religiosas han de realizar en su vida, incluso como algo central de nuestra propia espiritualidad, aquella realidad de ser “otros Cristos” que llevó a San Pablo a exclamar: Ya no vivo yo, es Cristo quien vive en mí (Gal 2,20). Esta realidad impulsó también a la Beata Isabel de la Trinidad a invitarnos a ser “como una nueva encarnación del Verbo”, “como otra humanidad suya”, de modo que el Padre no vea en nosotros más que el Hijo amado[4]. La exhortación de san Pablo a que las esposas estén sujetas a sus esposos (cf. Col 3,18) ha de marcar el estilo de vida propio de las esposas de Cristo, quienes no han de tener otro deseo que estar en permanente comunión de pensamientos, voluntades, sentimientos, y acción con su divino Esposo.

3. La naturaleza humana en las manos del Verbo es un dócil instrumento regido por el Verbo. Es como un canal de las gracias que el Verbo nos quiere otorgar. Es a través de su humanidad que el Verbo se apareció a los hombres, les reveló sus secretos.

El Directorio de Espiritualidad dice también que “así como el Verbo asumió una naturaleza humana para cumplir el designio de salvación, para prolongar ese designio a través de los tiempos elige otras naturalezas humanas para que la salvación llegue a todos los hombres, de todos los tiempos”[5].

Asimismo, dado que Jesucristo es uno solo, que en Él la persona del Verbo subsiste en la naturaleza humana y en la divina, consiguientemente las acciones de la naturaleza humana participan de la belleza y de la bondad de las obras del Verbo, y adquieren un valor trascendente e infinito, propios de las obras de Dios.

Las religiosas han consagrado su vida entera para unirse con todas sus fuerzas al Verbo. Han de dar testimonio de Dios por la caridad y por una fidelidad estable, firme y constante a la voluntad de Jesucristo: en el Templo, en el claustro, en la celda, en el comedor, en los recreos, han de andar gimiendo por Jesucristo, dice el mismo Directorio[6].Sea que las religiosas se dediquen a la atención de los pobres y de los enfermos en los Hogares, a la atención de leprosarios, que se hallen en el silencio oculto de una celda en un Monasterio, o en el trabajo arduo de una misión, sus obras tienen un valor trascendente, por pequeñas u ocultas que aparezcan a los ojos del mundo, precisamente por su unión con su divino Esposo.

4. Si la naturaleza humana en Cristo tiene la vida, la existencia, y todos los dones del Verbo, correlativamente esta naturaleza se dona completamente al Verbo. La dote de la naturaleza humana, que de sí misma no posee nada, consiste en darle al Verbo la vida como hombre, de tal suerte que Él pueda conquistar a las almas, atrayéndolas para su Reino. De este modo, a través de su humanidad, el Verbo posee un medio para sufrir, expiar y morir por los hombres. La naturaleza humana podía decir al Verbo, desde el mismo inicio de su existencia: … me has preparado un cuerpo… Heme aquí!… (Heb 10,5-7), y no dejó nunca, durante todo el curso de su vida terrena, de tender hacia el “bautismo de sangre” (cf. Lc 12,50) que consumó la fecundidad de esa unión.

Así también, “tal debe ser la actitud sacerdotal de todo miembro de nuestra pequeña familia religiosa”[7], dice el Directorio de Espiritualidad de las Servidoras. “Por el bautismo todos son edificados como casa espiritual para un sacerdocio santo, para ofrecer sacrificios espirituales, aceptos a Dios por Jesucristo (1 Pe 2,5). … Todos los miembros del Instituto deben perfeccionarse siendo en Cristo ‘una ofrenda eterna para Dios’[8], ‘una víctima viva y perfecta para alabanza de tu gloria’[9]. Es la actitud … que hay que vivir permanentemente, sin disminuciones ni retractaciones, sin reservas ni condiciones, sin subterfugios ni dilaciones, sin repliegues ni lentitudes. Tanto en los empeños de lo íntimo, como en los altos empeños históricos”[10]. Para esto también, la religiosa ha de ser como otra naturaleza humana de Cristo, para que su salvación llegue a todos los hombres, de todos los tiempos.

Le pedimos a la Santísima Virgen por las hermanas que hoy harán o renovarán sus votos perpetuos, y pedimos a estas hermanas que como esposas del Verbo siempre recen por nosotros.


[1]Cf. Dom Columba Marmion, Sponsa Verbi – La virgen consagrada a Cristo (1925)

[2] DE52

[3]Cf. DE 178

[4] Cf. DE 30

[5]Cf. DE 227

[6]Cf. DE 53

[7] DE73

[8]Cf. Misal Romano, Plegaria Eucarística III

[9]Cf. Misal Romano, Plegaria Eucarística IV

[10] DE73

Nueva fundación de las Servidoras en Brasil

Querida Familia Religiosa:

Les escribimos para hacerles partícipes de la apertura de una nueva fundación de nuestra familia Religiosa en estas Tierras de Santa Cruz.

Se trata de una comunidad de las Servidoras que se dedicará a la atención pastoral en la Arquidiócesis de Vitoria, estado de Espírito Santo. Dicha comunidad de las SSVM tiene como patrona a “Nuestra Señora de la Peña”.

El estado de Espírito Santo está localizado en la región al sudeste de Brasil, ocupando un área de 46.184,1 km². Tiene por límites el Océano Atlántico al este; Río de Janeiro al sur, Minas Gerais al oeste y Bahía al norte. El clima predominante en este estado es el tropical húmedo (pero se puede encontrar climas más amenos en la sierra “capixaba”). Su población es de 3.487.199 habitantes, siendo el decimocuarto estado más populoso de Brasil (concentra el 1,82% de la población brasilera).

La ciudad de Vila Velha, donde se encuentra la parroquia en la cual realizaremos nuestro trabajo apostólico, es la ciudad más antigua y populosa de todo el estado y se encuentra muy cercano a Vitoria, capital del mismo.

Como curiosidad de Vila Velha, debemos destacar la presencia del famoso “Convento da Penha”, primer convento en Brasil (construido en el 1558 por el Frei Pedro Palacios), símbolo de la catolicidad de este estado (63,1% de los “capixabas” se declaran católicos). Este convento es uno de los principales monumentos históricos del estado y abriga la tela más antigua de toda la América Latina: la imagen de Nuestra Señora de las Alegrías. Se cuenta que, después de la llegada de Frei Pedro Palacios, esa imagen desapareció por tres veces, apareciendo en el alto de una montaña. De allí el que se la llame “Nuestra Señora de la Peña”.

Su fiesta, herencia dejada por Frei Pedro Palacios en 1570, es la mayor fiesta religiosa de todo el estado y la tercera mayor fiesta mariana en todo Brasil (después de la fiesta a la patrona de Brasil, “Nossa Senhora Aparecida”, celebrada en Aparecida, São Paulo; y de “Círio de Nazaré”, celebrada en Belém, Pará). Dicha fiesta se celebra el lunes siguiente a la octava de Pascua y reúne a cerca de 900 mil fieles todos los años.

Volvamos a los hechos previos a la fundación.

El 14 de febrero, salimos desde São Paulo hacia el estado de Espírito Santo las tres hermanas asignadas para ayudar en el cuidado de este rebaño de Dios: M. María Mater Verbi Incarnati, hna. María Speculum Iustitiae y hna. María da Ressurreição (todas oriundas de Brasil). Nos acompañó en este viaje la Madre Maria Sponsa Amabilis, Superiora Provincial aquí en Brasil.

Viajamos en colectivo durante toda la noche, aprovechando para apreciar las bellezas de la provincia de São Paulo, una de las mayores provincias de Brasil.

Llegamos a la ciudad de Vila Velha el día 15 por la mañana. Allí nos esperaba una de las parroquianas.

Después de las calurosas “bienvenidas” y respectivos saludos, nos dirigimos a la Parroquia “São Francisco de Assis”, nuestro nuevo campo de misión, para encontrarnos con el Padre Hiller, cura párroco, quien, juntamente a algunos  parroquianos, nos recibió con mucha alegría. Como regalo de “bienvenida”, tomamos el rico desayuno que nos habían preparado.

 Al día siguiente de nuestra llegada, pudimos conocer las cinco comunidades que forman parte de la Parroquia “São Francisco de Assis”. En la iglesia parroquial tenemos la gracia de poder venerar a una reliquia de primer grado de nuestro patrono: un pedacito de hueso de San Francisco.

El día 17 de febrero fue el día elegido para la apertura oficial de dicha comunidad. Tuvimos la Santa Misa solemne, presidida por el arzobispo de Vitoria, Dom Luis Mancilla de Vilela, en la cual fuimos presentadas oficialmente a los parroquianos allí presentes.

Durante la homilía, Dom Luis destacó la importancia de la vida consagrada como luz del mundo. También enfatizó la importancia de la vida humana.

Al final de la Santa Misa tuvimos la confraternización de bienvenida, de la cual participó nuestro arzobispo, Dom Luis, quien está cumpliendo 25 años de su ordenación episcopal. Éste tuvo la delicadeza de invitarnos a su casa, y nos dio pruebas de ser realmente un celoso pastor del rebaño a él confiado.

Agradecemos a Dios por este nuevo Sagrario que se abre para la mayor gloria de Dios y les pedimos oraciones por los abundantes frutos de esta misión.

Hna. Maria da Ressurreição, SSVM

Nueva fundación de las Servidoras en Brasil

Nueva fundación de las Servidoras en Brasil

Nueva fundación de las Servidoras en Brasil

Nueva fundación de las Servidoras en Brasil

Convivencia del Aspirantado en El Nihuil

Por gracia de Dios pudimos realizar la convivencia nuevamente con las aspirantes en “El Nihuil”. En esos días se cumplían 25 años del aniversario del fallecimiento de Marcelo Morsella y para nosotras fue una gracia el estar ahí para el 8 de febrero y para la inauguración del monumento hecho para él.

Está de más recordar que pudimos aprovechar “El Nihuil” disfrutando de sus atardeceres, de sus montañas… y tantas otras cosas que recordarán las que fueron aspirantes y pasaron por estos lugares; aprovechamos a jugar, las guitarreadas, el “convivium” en el lago, el rezo del Santo Rosario contemplando el atardecer…., creo que las que realizamos estas actividades todos los años en este fantástico lugar no nos tenemos que acostumbrar, sino que tenemos que asombrarnos de la belleza de Dios y como Él habla por medio de la creación, y por eso tenemos presente lo que dice San Juan de la Cruz: “Mil gracias derramando paso por estos sotos con presura y yéndolos mirando vestidos los dejó de su hermosura”.

Este año estuvimos en unas cabañas que nos vino de diez porque el clima no es de lo mejor, y gracias a estas cabañas pudimos disfrutar y pasarla muy bien. Esto fue posible gracias a los bienhechores y gente que nos ayudó para esta actividad.

Como todos los años anteriores, pudimos  realizar nuestras salidas al cañón del Atuel, el famoso Rafting, las salidas al fondo del lago intentando pescar, (creo que la pesca no es nuestro fuerte, ya vendrán tiempos mejores) y la salida a la montaña con el grupo de las aspirantes más grandes donde en poco tiempo pasamos por varios climas. Desde la 5:30 hs, cuando comenzamos nuestra salida, hasta las 18:00 hs, nos tocó un tiempo soleado, nublado, nevado, y luego con lluvia, realmente era increíble, pero llegamos a la cumbre del Cerro Torrecillas que mide unos 3.700 mt. No podemos dejar de reconocer que llegamos a la cumbre gracias a nuestro capellán el P. Diego Cano.

El broche de oro de la convivencia fue la inauguración de la imagen de Marcelo Morsella. Con las aspirantes y los seminaristas menores salimos a invitar a la gente del lugar, y era muy lindo escuchar el testimonio de varios que lo conocieron o estuvieron en el velatorio presente y algunos decían “era un chico bueno”.

Por último queremos agradecer nuestro XVIIIº aniversario de fundación del Aspirantado “Beata Laura Vicuña” en el cual pudimos hacer los festejos correspondientes para la ocasión.

Por esto y por mucho más queremos dar gracias a Dios por estos días que pasamos en la convivencia en “El Nihuil”.