Roma, 14 de octubre de 2011
Fiesta de Santa Teresa de Jesús
¿Me amas más? (cf. Jn 21,15-17)
Homilía del R. P. Gonzalo Ruiz, en ocasión del ingreso en la vida contemplativa de la hermana María Victoria de Lepanto Torres en el Monasterio Madonna delle Grazie,Velletri – 1/IX/2011
Hoy acompañamos a María Victoria de Lepanto en su ingreso en la vida monástica. Y este hecho nos lleva a hacernos una pregunta: ¿por qué una joven decide de abrazar la vida claustral?
La primera respuesta es porque a esa vida de mayor intimidad con Él la ha llamado el mismo Jesucristo. Y esta respuesta es la determinante, la fundamental: porque Jesucristo la ha atraído a sí para tratar con ella de amores sin que nada ni nadie si interponga entre ambos.
Una segunda respuesta es que ella, Victoria de Lepanto, siguiendo a tantas almas que han buscado la intimidad con Jesús en la vida monástica, ha decidido responder a la invitación del Maestro y donarse totalmente a Él. El divino Esposo, que primero ha derramado por ella su sangre en la cruz, la ha invitado, la ha cortejado, la ha atraído hacia sí, porque quiere tratar con ella, como el Esposo del Cantar: “Levántate, amada mía, hermosa mía, y vente. Porque, mira, ha pasado ya el invierno, han cesado las lluvias y se han ido. Aparecen las flores en la tierra, el tiempo de las canciones es llegado, se oye el arrullo de la tórtola en nuestra tierra. Echa la higuera sus yemas, y las viñas en cierne exhalan su fragancia. ¡Levántate, amada mía, hermosa mía, y vente! Paloma mía, en las grietas de la roca, en escarpados escondrijos, muéstrame tu semblante, déjame oír tu voz; porque tu voz es dulce, y gracioso tu semblante” (Ct 2,10-14). Y ella le ha respondido que acepta, como la esposa del Cantar: “atráeme tras de ti y correremos. El Rey me ha introducido en sus mansiones” (Ct 1,4).
Todo el secreto de la fecundidad de la vida monástica está en saber tratar de amores con Jesucristo, como decía Santa Teresa. En ese buscarlo ardientemente en la intimidad de la vida interior: “muéstrame tu semblante, déjame oír tu voz; porque tu voz es dulce, y gracioso tu semblante” (Ct 2,14).
Hoy Jesús te dirige a vos la pregunta que le hizo por tres veces a Pedro: “Pedro, ¿me amas? Pedro, ¿me amas más que estos?” (cf. Jn 21,15-17). Eso es lo que Él se espera de vos. Que lo ames más, con todo tu corazón. No lo tienes que olvidar nunca.
1. La perfección consiste en la perfección de la caridad
La finalidad de la vida religiosa es la perfección de la caridad. En la vida religiosa todas las otras cosas, con excepción de la caridad, tienen razón de medios: los votos, la vida común, el trabajo, el estudio, la oración, la penitencia, todo se hace para alcanzar la perfección de la caridad, es decir, el perfecto amor de Dios (y del prójimo), y la perfecta unión con Dios que es fruto de ese amor. Dice S. Tomás de Aquino: “En la vida espiritual el hombre no es absolutamente perfecto sino posee aquello que constituye propiamente la vida espiritual… Pues bien, la vida espiritual consiste esencialmente en la caridad, sin la cual el hombre es considerado nada. En efecto dice S. Pablo: ‘aunque tuviese el don de profecía y entendiese todos los misterios y todas las ciencias, y aunque tuviese una fe que moviese las montañas, si no tengo la caridad nada soy’ (1 Cor 13,2)… Por eso es perfecto en la vida espiritual quien es perfecto en la caridad. Y lo mismo dice S. Pablo a los Colosenses, cuando después de enumerar muchas virtudes dice: ‘pero sobre todas estas cosas revestíos de la caridad, que es el vínculo de la perfección’”[1].
Lo mismo enseña Jesús al decir que el primero y más grande mandamiento es el del amor a Dios y al prójimo: “amarás al Señor tu Dios con todo el corazón, con toda tu alma, con toda tu mente. Este es el más grande y el primer mandamiento. Y el segundo es semejante al primero: amarás a tu prójimo como a ti mismo” (Mt 22,37).
Para esto vos te has hecho religiosa. Para amar a Jesucristo sobre todas las cosas. Y por eso Él hoy te repite, como a Pedro:¿me amas?¿me amas más que estos? (cf. Jn 21,15-17)
2. La vida monástica y la perfección de la caridad
En la vida monástica esta búsqueda de la unión con Jesús el Verbo Encarnado tiene una mayor radicalidad: debe ser total, debe ser absoluta, de modo que en el convento no haya otra cosa para vos más que Jesucristo, y Jesucristo siempre, y Jesucristo todo, y Jesucristo en todo. Él debe ser la única razón de tu vida aquí adentro.
Así lo enseña San Alfonso de Ligorio: “La Esposa de Jesucristo no debe desear más que amor, no debe vivir más que de amor y no debe buscar más que aumento de amor; debe andar siempre como enferma de amor, en la Iglesia, en la celda, en el comedor, en el jardín; debe ser tan desmesurada la llama de su amor que se expansione más allá de los muros del monasterio. Su Esposo le invita con el ejemplo a esa exuberancia de amor”[2].
Si vas al coro, es para tratar de amores con Él. Si vives la vida comunitaria, es porque ves a Él en las demás hermanas. Si intercedes por el mundo, es porque quieres salvar almas con Él, como corredentora, asociada especialmente a su pasión no sólo por el vínculo del bautismo, sino también por el de la profesión religiosa, completando, como dice S. Pablo, “su pasión en tu propia carne en favor de su Cuerpo que es la Iglesia” (cf. Col 1,24). Lo mismo al hacer penitencia, o en el servicio humilde de los demás, etc., estando escondida para Cristo, aspirando a las cosas más altas, como dice S. Pablo: “Aspirad a las cosas de arriba, no a las de la tierra. Porque habéis muerto, y vuestra vida está oculta con Cristo en Dios” (Col 3,2-3). Vida oculta con Cristo: no una vida solitaria, sino con Cristo: Él y vos, vos y Él, sin que nada ni nadie se interponga entre ambos. Para eso hoy entrás en el desierto de la vida claustral. Para que nada te distraiga de tu Esposo que te repite, como a Pedro: ¿me amas? ¿me amas más que estos? (cf. Jn 21,15-17).
Dice San Bernardo: “Cuando vieres un alma que, dejadas todas las cosas, se adhiere con todas sus ansias al Verbo; que vive para el Verbo; que se rige por el Verbo; que concibe lo que ha de alumbrar para el Verbo; que pueda decir: ‘Para mí vivir es Cristo y la muerte una ganancia’ (Fil 1,20); créela cónyuge y desposada con el Verbo”[3].Y en otro lugar: “Dios, como Rey, exige temor; como Padre, exige respeto; pero como Esposo, lo que pide es amor”[4].
3. El ejemplo de Santa Faustina Kowalska
Esto lo entendieron muy bien infinidad de almas que se entregaron totalmente a Jesucristo. Fue el amor de Jesucristo el que pobló el desierto de monjes, y llenó los claustros de monjes y monjas. Sólo el amor de Jesucristo. Así por ejemplo sucede en S. Faustina Kowalska, la gran apóstol de la misericordia de Dios, a quien Jesús fue formando en el amor esponsalicio. Así vemos en ella muchas de las características que Él desea encontrar en el corazón enamorado de sus esposas.
Lo más importante que tiene que hacer una Esposa es aunar su corazón con el del Esposo, de manera que ya no sean dos, sino uno solo. Como si fuese un corazón en dos cuerpos, porque en realidad no se trata de dos cuerpos, sino de una sola carne, en la unidad del Cuerpo místico de Jesús. Así le dijo Jesús a S. Faustina: “El corazón de Mi esposa tiene que ser semejante a Mi Corazón, de su corazón tiene que brotar el manantial de Mi misericordia para las almas” (Diario, 1148).
El día de sus votos perpetuos S. Faustina rezó así: “Oh Jesús, Tu Corazón desde hoy es mi propiedad y mi corazón es Tu propiedad exclusiva” (Diario, 239). Y Jesús le dijo: “Esposa Mía, nuestros corazones están unidos por la eternidad. Recuerda a quien [te] has consagrado” (Diario, 239). Y en otra oportunidad: “Tu eres Mi esposa para la eternidad, tu pureza debe ser mayor que la de los ángeles, porque con ningún ángel tengo relación de tan estrecha intimidad como contigo” (Diario, 534).
De este modo la esposa del Verbo se vuelve dueña del corazón de su Esposo, y por tanto es en cierto sentido omnipotente ante Él. Jesús, por ejemplo, le dijo a S. Faustina: “Hija Mía, tu confianza y tu amor impiden Mi justicia y no puedo castigar porque Me lo impides” (Diario, 198). Y otra vez: “La más pequeña acción de Mi esposa tiene un valor infinito, el alma pura tiene una potencia incalculable delante de Dios” (Diario, 534).
La Esposa, además, tiene que compartir los sufrimientos del Esposo. Así cuenta Santa Faustina: “Una vez vi al Señor, todo cubierto de llagas, y me dijo: Mira con quién te has desposado” (Diario, 252). Otra vez ella se olvidó que era primer jueves de mes, y que ese día tenía que hacer más tiempo de adoración eucarística. Por la noche Jesús se le apareció con su rostro “martirizado” y le dijo: “Te esperé para compartir contigo el sufrimiento, ya que ¿quién puede comprender Mis sufrimientos mejor que Mi esposa?”(Diario 348).
La buena esposa tiene que confiar en Él: dice S. Faustina: “Estoy completamente tranquila porque sé que el deber del Esposo es pensar en mí… estoy continuamente unida a Él. Veo como si Jesús no pudiese ser feliz sin mí y yo sin Él… (porque) su bondad lo fuerza a darse a las creaturas, y esto con una generosidad inconcebible”(Diario, 244).
De tal modo que el Esposo encuentra en ella todas sus delicias, como tantas veces le manifestó Jesús a S. Faustina: “Niña Mía, tú eres Mi deleite, tú eres la frescura de Mi Corazón. Te concedo tantas gracias, cuantas puedes llevar” (Diario 164). Y otra vez: “Hija mía, tu corazón es el cielo para mí” (Diario, 238).
Es lo que deseamos a todas las Servidoras, de manera especial hoy a nuestra querida María Victoria de Lepanto: “que tu corazón sea el cielo para Jesús.
Como lo fue el Corazón de María Santísima, a quien te encomendamos.
[1]De perfectione spiritualis vitae, 2.
[2]La monja Santa(París 1872) 47.
[3]Obras de San Bernardo, BAC (Madrid 1957) 1280.
[4]Sermones «Super Cantica Canticorum», Sermón 85,12.
Apertura del Aspirantado en USA
Querida Familia Religiosa,
Annuntio vobis gaudium magnum: hemos fundado un Aspirantado en la Provincia “Immaculate Conception” en USA!
Después de más de un año de preparación, teniendo el permiso y bendición del Cardenal Justin Rigali, hemos iniciado el Aspirantado Beata Marie Catherine of St Augustine en la Arquidiócesis de Filadelfia, muy cerca de las hermanas de la Comunidad Nuestra Señora de Guadalupe en Avondale. Comenzamos con cuatro valientes aspirantes.
La apertura oficial fue algo extraordinario por ‘los acontecimientos naturales’ no muy comunes en el Estado donde está ubicado el Aspirantado, Pennsylvania. Primero se sintieron los efectos de un temblor, cosa muy rara en esta zona. Y como si no hubiera sido suficiente también paso el huracán Irene, por lo cual tuvimos que cancelar la primera fecha de la entrada de las aspirantes. Las aspirantes fueron llegando en distintos días durante la última semana de agosto.
No solo hubo obstáculos naturales sino otras pequeñas dificultades como suelen pasar en nuestras fundaciones. Recordamos las palabras de nuestro querido fundador, no hay que ser esquivas a la aventura misionera: “¡Duc in altum! donde hay mucho de aventura, de vértigo, de peligro, donde las olas sacuden la barca, el agua salada salpica el rostro, la proa va abriéndose paso por vez primera, donde no hay huellas y las referencias sólo son las estrellas, donde la quilla es sacudida por remolinos encontrados, las velas desplegadas reciben el furor del viento, los mástiles crujen… y el alma se estremece… ¡Mar adentro!” Y Cuando Dios quiere algo y ha llegado su tiempo no hay nada que lo pueda impedir, entonces el 3 de septiembre tuvimos la primera Santa Misa con las cuatro primeras aspirantes y bendecimos el convento. Y el 14 de septiembre fiesta de la Exaltación de la Cruz, recibieron la Cruz de Matara.
Si uno día a día experimenta que cada vocación y especialmente la nuestra, es un don y un misterio de Dios, cuánto más en estas jovencitas que dejan su hogar, familias, amigos, y demás para consagrase a Dios en esta edad tan temprana.
Nos encomendamos a sus oraciones a fin de ser siempre fieles en esta tarea de hacer palpar a las aspirantes“la belleza y la grandeza de la vida consagrada.”
En Cristo y Maria,
Madre Mary of Ephesus, Mary Mother of Divine Innocence y Mary Mother of Hope.
Ceremonias de Primera Profesión Religiosa en Taiwán y Hong Kong
Querida familia religiosa,
Queríamos hacerlos partícipes de la gracia inmensa que una vez más Dios ha dado a nuestra Provincia de Extremo Oriente, con la primera profesión de cuatro novicias, dos de Hong Kong y dos de Taiwán. Estas últimas las primeras vocaciones de ese país.
Como bien saben las casas de formación de las SSVM en Extremo Oriente se han establecido desde hace un tiempo en Lipa, provincia de Batangas, en las Islas de Filipinas.
Este año se decidió, en atención a los familiares y amigos que, las ceremonias fueran en sus propios países de origen: Hong Kong y Taiwán. El 12 de junio fue la profesión de las dos novicias hongkonesas: María Zhu zhi Bei Pu (María, humilde sierva del Señor) y María Ruo Se Jing Bei (María, Esposa de José); y el 17 de julio, en Taizhung (Taiwán), la de las dos novicias taiwanesas: María Tian Shi Bao Xi (María de la Anunciación) y María Dao Sheng zhi Mu (María Madre del Verbo Encarnado).
La celebración en Hong Kong se realizó en la Parroquia del IVE en New Territories y fue presidida por el P. Gervais Baudry, párroco y concelebrada por el P. Jorge Montagna, Superior Provincial del IVE en Extremo Oriente y por el P. Tomás Ravaioli, misionero en Papúa, de paso por HK. Tuvimos también la presencia de las Madres María de las Victorias, Superiora Provincial de Extremo Oriente, y Mary Mother of the Eucharist, Vicaria Provincial y Maestra de novicias de las nuevas profesas.
La celebración en Taiwán fue del todo particular, ya que profesaron sus primeros votos, las dos primeras vocaciones de ese país y porque además de los padres, hermanas y miembros de la Familia Religiosa en Taiwán, se encontraban presentes las Madres María de Anima Christi, Superiora General de las SSVM y Mary Mother of Mercy, Delegada del Gobierno General para la Provincia de Extremo Oriente, quienes primero habían estado en Filipinas con ocasión del III Capítulo Provincial, y luego en Hong Kong visitando las comunidades.
Si bien, una ceremonia de primeros votos tiene un significado muy especial por ser la primera confirmación de la religiosa a su total consagración a Jesús por medio de los votos religiosos que, en los votos perpetuos será definitiva, las dos ceremonias tuvieron una nota particular ya que dos de las religiosas, María Ruo Se zhi Jing Pei y María Dao Sheng zhi Mu eran oriundas de las parroquias de los Padres del IVE en Hong Kong y en Taiwán, respectivamente. Habían recibido los sacramentos de la iniciación cristiana allí y habían decidido ser esposas de Cristo ahí también.
Quisiéramos contarles sobre la vocación de cada una de ellas, sin embargo consideramos que se haría muy largo el relato por eso sólo contaremos un poquito la hermosa obra que Dios hizo en el alma de María Ruo Se zhi Jing Pei al llamarla a la vocación cristiana y religiosa.
Siendo aún estudiante del secundario, faltándole tres años, junto con una compañera del colegio sienten el deseo de conocer la Biblia y a “ese Jesús” del cual una profesora protestante les había hablado muchas veces; y buscan una Iglesia cercana. Deciden que sea una Iglesia que a las dos les quede bien, “de paso”, y “por justicia”, una que esté a la misma distancia entre sus hogares, y por eso se deciden por buscar alguna en Yuan Long, a mitad de camino para las dos. Como no entienden la distinción entre Iglesia católica y protestante entran en la primera que encuentran, una iglesia “en el medio del camino”: la parroquia de los Santos Pedro y Pablo, católica (atendida por los padres del IVE). Leen un anuncio en la cartelera que hay en la calzada: todas las semanas un sacerdote enseña doctrina católica y son invitados aquellos que no son católicos y que tengan interés. En chino clase de catecúmenos se escribe: Mu Dao Ban (en romanización), pero como no entendían bien el significado del primer carácter pensaron que podía ser algo así como Wu Dao Ban que era lo más parecido que encontraron a lo que conocían (aunque la diferencia es bastante grande no sólo en los tonos sino en los caracteres), y que significa: clases de baile… (Esto también nos da una idea de la dificultad que muchas veces presenta esta lengua). En fin, les llamó la atención que de este modo se enseñara la doctrina, pero les pareció interesante. En realidad, ya en la primera clase se dieron cuenta que habían entendido un poco mal…
La compañera de María Ruo Se no pudo continuar porque sus padres se opusieron; por gracia de Dios, ella perseveró, pero sin decirles a sus padres porque ciertamente también se opondrían. Así, escuchó dos años el catecismo, participó activamente del grupo de jóvenes y de toda actividad parroquial. Estando en el segundo año de catecumenado siente que “ese Jesús” que le había inspirado conocerle y buscarle en la Iglesia le llama ahora a más: que le entregue su vida, que haga renuncia de todo por su Amor. Con la misma simpleza y docilidad con que le buscó la primera vez, se decide a seguirlo para siempre contra todo lo que pudiera venir; de hecho acabados los dos años de catecumenado recibe el Bautismo sin que sus padres lo supieran. Como nombre de Bautismo elige Margaret.
Como el deseo de seguir a Cristo le impulsa y determina cada vez más, decide decírselo a sus padres y pedirles permiso para ingresar a nuestro Instituto, ya que era menor de edad. Como era de esperar, éstos se oponen, pero ella se mantiene firme, y espera, según la condición puesta por sus padres, a cumplir la mayoría de edad, 18 años. Pasado casi un año insiste nuevamente y viendo sus padres que no adelantan nada le dan el permiso y así puede ingresar a la vida religiosa, primero en Taiwán, y luego en Filipinas, donde actualmente se está formando.
En la ceremonia de sus primeros votos estuvo presente su madre, quien no dejó de llorar durante toda la ceremonia, era la primera vez que la veía desde que dejaba Hong Kong, y además vestida con el hábito religioso. Ciertamente su madre por no conocer aún la vida de la gracia puede entender muy poco de lo que su hija está haciendo, pero también ciertamente confiando en la recompensa que el Señor da a la familia de los religiosos y a las oraciones y sacrificios de María Ruo Se, creemos que algún día no sólo lo entenderá sino que lo aceptará y dará gracias al Señor, Dueño de las almas, por este llamado. Un claro signo para ella de que su hija está haciendo “algo grande y que vale la pena” es su firme convicción en continuar a pesar de la poca edad, su alegría manifiesta a pesar de haber renunciado a todo lo que está sociedad pone como fin y goce del hombre, y su libertad gozosa a pesar de que debe cumplir ciertas normas y otros deciden por ella.
Les pedimos oraciones por las cuatro nuevas profesas, por todas las vocaciones, por su perseverancia, y por sus familiares, especialmente por aquellos que no conocen o no entienden la vida religiosa, por aquellos que aun conociendo no quieren aceptarla, y por todos aquellos que, con gran alegría y renuncia y sacrificio, ofrecen sus hijos a Dios, y no sólo esto, sino que les acompañan y animan y les sostienen con sus oraciones y sacrificios. Él mismo será su recompensa, Él mismo les devolverá con creces lo que ellos le entregaron.
Unidos en la Santa Misa de cada día.
Hermanas de la Provincia de Extremo Oriente.