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Versión virtual. Año XXIII. N° 342

Roma, 13 de abril de 2018

25° Aniversario de profesión religiosa de un grupo de Servidoras

El pasado 19 de marzo, Solemnidad de San José, un grupo de Servidoras -entre quienes destacamos a la M. María Corredentora, Superiora General- festejaron sus Bodas de plata de profesión religiosa y la mayor parte de ellas tuvieron la gracia de peregrinar a Roma y a Tierra Santa; publicamos la crónica que escribieron para hacernos partícipes de tantas gracias recibidas. Encomendamos a estas queridas hermanas a las oraciones de todas las Servidoras, para que su ejemplo de fidelidad resplandezca siempre entre nosotras y nos estimule a vivir con alegre entrega lo que Dios dispone de cada una de nosotras.

 

María Corredentora

María de la Consolata

María de la Epifanía

María Francisca Xavier

María del Milagro

María del Cielo

María de la Piedad

María de las Lágrimas

María Magdalena

María Sponsa Verbi

María del Cenáculo

María de la Anunciación

María del Río Blanco

María de Lluc

María de Betania

María de Guadalupe

María de las Virtudes

Maria Mater Ecclesiae

María Madre de Dios

María del Alba

María del Corazón de Jesús

†María Inés de Jesús

 

 

 “¿Con qué pagaré al Señor todo el bien que me hizo?”

(Sal 115)

Nuestro Instituto contaba solo 4 años cuando Dios nos quiso reunir en el mismo noviciado, bajo el patrocinio de San Bernardo. De ese grupo, por gracia de Dios perseveramos 22 hermanas, una de ellas, María Inés de Jesús, fue la primera en partir al Cielo.

Pudimos peregrinar a Tierra Santa 17 hermanas. Aunque con la mayoría de las hermanas compartimos poco tiempo en el Estudiantado ya que partimos a las nuevas fundaciones que se abrieron en USA, Italia, Brasil, Perú, Tierra Santa y Rusia; la vivencia de aquel primer año de nuestra consagración a Jesucristo en el noviciado nos marcó tan profundamente que aun 25 años después perduran los lazos de caridad y de intensa alegría, como pudimos comprobar en nuestra peregrinación a Roma y Tierra Santa. Esto no tiene una explicación natural, sino sólo la de la gracia de Dios que puede unir tan fuertemente a personas de diversos caracteres y de diversos lugares, que a pesar de las diferencias se saben unidas por una vocación en común: el haber sido llamadas por Jesucristo para seguirlo en su pobreza, castidad y obediencia.

La alegría que hemos vivido en nuestra peregrinación a los Lugares Santos, tuvo cierta semejanza con aquellos primeros días de 1992 en el Convento San José (San Rafael, Mendoza), hasta tal punto que para muchas fue como sentirse nuevamente en el noviciado…

Pero esta vez se trataba de una alegría distinta, mucho más profunda y desbordante por fundarse en el reconocimiento a Dios por todos los bienes recibidos en estos 25 años de profesión religiosa: por la inestimable gracia de la perseverancia; por comprobar en todas el mismo deseo de seguir siendo fieles a Jesucristo a pesar de nuestras miserias; por respirar el mismo amor a nuestra Congregación, quien nos formó espiritual y doctrinalmente para poder decir sí a Cristo y dar testimonio de Él en las misiones donde fuimos enviadas.

Con este espíritu empezamos la Semana Santa en Jerusalén, con la Santa Misa en la Basílica del Santo Sepulcro por la mañana y la posterior procesión desde Betfagé hasta la Ciudad Santa, aclamando junto a los miles de peregrinos congregados que queremos seguir siendo fieles a Jesucristo Rey.“Decid a la hija de Sión: He aquí que tu Rey viene a ti” (Mt 21, 1).Así llegamos hasta la cima del monte de los Olivos deteniéndonos a contemplar la ciudad Santa ante la cual lloró nuestro Señor.

En el Santuario de la Flagelación, frente al cual se conmemora el inicio del Vía Crucis participamos de la Santa Misa celebrada por el R.P. Marcelo Gallardo, quien fue nuestro capellán en San Rafael durante el año de noviciado. En la ceremonia, renovamos la fórmula de profesión religiosa, uniéndonos a la Divina Víctima que se inmolaba en el Santo Altar.

Con el pensamiento fijo en los dolores del Sagrado Corazón de Jesús participamos de las principales ceremonias del Triduo Pascual en la Basílica del Santo Sepulcro que reúne los dos lugares sagrados: el Gólgota y el Sepulcro de Cristo. También pudimos visitar los demás lugares cruciales para nuestra fe: el Cenáculo, la Basílica de la Agonía en Getsemaní y la Gruta del prendimiento. La noche del Jueves Santo, después de la oración en Getsemaní hicimos el mismo recorrido que hizo Nuestro Señor, pasando por el Torrente Cedrón hasta llegar hasta la casa de Caifás, actualmente la Iglesia “San Pedro in Gallicantu”, cuyas piedras fueron testigos de la triple negación de Pedro.

Muy emocionante fue la ceremonia del viernes a la noche en la capilla del Calvario, con el descenso de Cristo y la procesión que termina en el Santo Sepulcro.

Una sola palabra hace distintas las ceremonias en Tierra Santa de todas las que se pueden hacer en el resto del mundo: HIC. Aquí Cristo se encarnó, Aquí Cristo nació, Aquí Cristo murió, Aquí Cristo resucitó. Este HIC está testimoniado en la mayor parte de los lugares Santos por restos arqueológicos de Iglesias del siglo II, del periodo Bizantino y Cruzado, signos de una ininterrumpida devoción desde los primeros siglos de la era cristiana.

“Con qué pagaré al Señor todo el bien que me hizo”. ¿Cómo pagar al Señor tantas gracias recibidas? ¿Cómo pagar al Señor el poder arrodillarnos en el mismo lugar donde Él nació, en Belén? En el lugar donde por primera vez María Santísima y San José contemplaron los ojos de Dios hecho Niño.

Detrás de la Basílica de la Natividad pudimos visitar el Hogar donde nuestras hermanas atienden con suma caridad a niños y niñas discapacitados. También visitamos la Casa Provincial y la Casa de las hermanas en Beit Jala, que atienden el Seminario del Patriarcado Latino de Jerusalén; y el Carmelo fundado en Belén por S. María de Jesús Crucificado.

En Ortás, muy cerca de Belén, honramos a Nuestra Señora del Huerto donde Salomón escribió el Cantar de los Cantares y que aún hoy sobresale cual vergel en medio del desierto que lo rodea.

El miércoles de Pascueta después de visitar Betania y el lugar del Bautismo junto al Río Jordán, partimos hacia la Galilea con la Madre María de Nazaret, superiora Provincial, quien nos atendió con una caridad exquisita.

En Nazaret dormimos tres días. Como la Basílica cerraba tarde pudimos aprovechar para rezar varias veces frente a la Gruta de la Encarnación, que era parte de la casita de la Santísima Virgen. En ese lugar tan particular para nuestra Congregación dimos gracias por tantos beneficios recibidos en estos 30 años de fundación de las Servidoras. Allí pedimos por nuestra amada Congregación, por la fidelidad de cada uno de sus miembros al carisma de nuestro Fundador y por el aumento de las vocaciones.

Otro regalo inesperado fue el poder, visitar y rezar ante la “tumba del Justo”, debajo del convento donde estábamos parando. Se trata de una tumba del siglo I que se conserva intacta en su forma original gracias a que estuvo cubierta de tierra hasta mitad del 1800. A la única persona de Nazaret que las Sagradas Escrituras llaman “Justo” es a San José, por lo cual, bien podemos creer que fuera suya.

Desde Nazaret pudimos recorrer los diversos Santuarios que están junto al Lago (Tabgha, Cafarnaúm, Magdala) y el Monte TaborGran alegría fue poder visitar el Monasterio del IVE en Séforis (patria de San Joaquín y Santa Ana). Allí participamos de la Santa Misa celebrada por el R.P. Gabriel Romanelli y los monjes que viven allí: los Padres Jason Jorquera y Néstor Andrada.

Casi al finalizar nuestra peregrinación fuimos al Monte Carmelo, en Haifa, donde vivió San Elías. A los pies de Nuestra Señora del Carmen venerada especialmente por la Orden Carmelita, pusimos nuestras intenciones y las personas encomendadas a nuestras oraciones.

En Jaffo pudimos rezar en la Iglesia dedicada a San Pedro, que recuerda los diversos hechos del Apóstol ocurridos allí (Cf. Hech 10, 9-23). Nuestras hermanas, que atienden la escuela primaria de la Custodia de Tierra Santa nos esperaban con el almuerzo para festejar el fin de nuestra peregrinación.

Después de Tierra Santa, algunas hermanas seguimos nuestra peregrinación a Roma. El lunes 9, Solemnidad del Verbo Encarnado, fuimos a la Abadía de Fossanova, donde murió Santo Tomás, para participar de la Santa Misa con nuestra Familia Religiosa, presidida por el R.P. Gustavo Nieto y concelebrada por sacerdotes del IVE presentes en Italia y algunos misioneros.

El viernes 13 de abril tuvimos la Santa Misa en la Basílica de San Pedro, sobre la tumba de S. Juan Pablo II. Fue celebrada por el R.P. Diego Pombo, Padre Espiritual de las SSVM quien basándose en el Salmo 135 que dice: “Dad gracias a Dios porque es eterna su misericordia”, hizo hincapié en la necesidad agradecer al Señor por todos los beneficios recibidos, porque de la plenitud de Jesucristo hemos recibido gracia sobre gracia, de modo muy particular la de la vocación y de la perseverancia. Por otro lado, recordó la necesidad de pedir perdón porque no correspondemos como deberíamos al Amor de Dios, pero confiados siempre en el perdón Divino.

Ante los restos del Juan Pablo Magno, padre de nuestra Familia Religiosa, renovamos nuevamente la fórmula de la profesión religiosa, pidiendo que él mismo presentara nuestra ofrenda a la Santísima Trinidad para que perseveremos hasta el fin. Bien podemos pensar que aquel que tuvo tanta premura para con nuestra Familia Religiosa en la tierra, la seguirá teniendo en el Cielo donde los santos están unidos a Dios de un modo perfecto.

En esta Santa Misa dimos gracias a Nuestro Señor por todos los beneficios recibidos. Nuestros pensamientos volvían una y otra vez a los años pasados. ¡Cuántas vivencias misioneras en estos 25 años! ¡Cuántas miserias nuestras y cuánta misericordia de Dios Padre para con sus hijas! ¡Cuántas cruces que nos fueron purificando, nos fortalecieron y nos prepararon a recibir nuevas gracias! ¡Cuántas almas atraídas por Dios por medio de nuestro santo hábito, de nuestros apostolados, de nuestras oraciones! Todo lo ha hecho Dios y Él cumplirá su obra en nosotros por intercesión de Su Madre Santísima, “porque es eterna su misericordia”.

El Salmo 115 citado al inicio continúa:“Te ofreceré un sacrificio de alabanza e invocaré tu Nombre; cumpliré mis votos al Señor, en presencia de su pueblo”.

Quizá sea ése el mejor modo de “pagar” al Señor todo el bien recibido: ofreciéndonos y uniéndonos cada día a la Divina Víctima en el Santo Sacrificio, cumpliendo nuestros votos “en presencia de su pueblo”, antes nuestros hermanos y hermanas de nuestra Congregación, por amor a Dios y a las almas que Él nos ha confiado.

Nos encomendamos a sus oraciones.

Hermanas del Noviciado “San Bernardo”

Sermón del R.P. Marcelo Gallardo, IVE, en la Capilla de la Flagelación en Jerusalén

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Durante su peregrinación a Tierra Santa, las hermanas que cumplieron 25 años de votos tuvieron la Santa Misa en acción de gracias en la Capilla donde nuestro Señor fue flagelado. Ofrecemos el sermón que el P. Marcelo Gallardo predicó para la ocasión, haciendo referencia al sufrimiento de Cristo y al modo en que la religiosa, cuando es fiel, imita a su Divino esposo en sus propios sufrimientos

Estamos celebrando esta Santa Misa en acción de gracias por los 25 años de votos de un grupo de Servidoras del Señor y de la Virgen de Matará.

Nosotros que vivimos sujetos a las vicisitudes del tiempo estamos acostumbrados a recordar y celebrar algunos momentos especiales de nuestra vida. Por eso celebramos los cumpleaños, aniversarios de egresados, de casamiento, de votos, recordamos a nuestros difuntos. Estas celebraciones las hacemos a distintos niveles, personal, familiar, social, nacional. Para un cristiano esas celebraciones tienen un sentido especial, pues las referimos a Dios eterno, Señor de los tiempos y de las horas y las referimos a Jesucristo, el Verbo encarnado, Señor y centro de la historia.

Para una religiosa celebrar un aniversario de sus primeros votos significa celebrar aquel momento en el que comenzó a vivir como consagrada, como esposa de Cristo, atándose voluntariamente a él por los votos, así como él se dejó atar por nosotros.

Estamos celebrando la Santa Misa en esta hermosa Iglesia que se encuentra en el lugar donde según la tradición se encontraba el atrio de la Torre Antonia, construcción militar desde donde los romanos controlaban la explanada del templo.  Jesús, luego del juicio religioso ante el Sanedrín, es juzgado por el Procurador Romano Poncio Pilatos. A pocos metros está la Iglesia en la que se recuerda la condena de Jesús, con algunas piedras del pavimento romano grabadas con los signos de los juegos con los que los soldados romanos se entretenían en sus horas de guardia. Esta Iglesia está dedicada a la flagelación y a la coronación de espinas. Los vitrales están teatralizados y quieren mostrar la dramaticidad y la violencia del momento, “representan el cruel e injusto trato que recibió Jesucristo, Verdad eterna”, explica Barluzzi.

Dice San Agustín que “la Pasión de Nuestro Señor Jesucristo es origen de nuestra esperanza en la gloria y nos enseña a sufrir”. Quisiera referirme brevemente a los misterios que nos recuerda esta iglesia y aplicarlos a la vida consagrada, considerando cómo estos misterios nos enseñan a sufrir. Esto es importante porque “¡si sabes sufrir con alegría, sabes más que un doctor de la Sorbona que no sepa sufrir tan bien como tú!” (San Luis María)

I. El triunfo de Barrabás

La imagen del vitral representa según el arquitecto, la pasión criminal, que lleva en triunfo a Barrabás. “Y Barrabás era un ladrón…” dice con asombro y tristeza el evangelista San Juan.

Parece increíble que hayan elegido a Barrabás en lugar de Jesús. ¿cómo es posible? “eligieron las tinieblas a la luz porque sus obras eran malas”. El pecado y las pasiones desordenadas nos llevan a elegir mal y pueden llevarnos hasta odiar a Cristo. La bondad suprema de Cristo pone al descubierto la maldad de pecador y si éste se aferra al mal terminará eligiendo a Barrabás o terminará vendiendo a Cristo por 30 monedas.

Dios quiere que seamos buenos y está simple verdad que en principio todos aceptan implica que luchemos contra el mal que hay en nosotros, contra nuestras malas inclinaciones, contra la huella que han dejado nuestros pecados. Don Orione decía es muy difícil hacer el bien, es muy difícil ser bueno. No es posible ser bueno sin sufrir, sin mortificarse. Esta ocasión de renovación de los votos debe ser una renovación de nuestro compromiso de combatir hasta la sangre en nuestra lucha contra el pecado (Heb 12, 4).

II. Pilatos se lava las manos

El arquitecto Barluzzi explicaba cómo, en la persona de Pilato, Cristo es condenado “por el egoísmo y la ambición”.

Dice profundamente Fulton Sheen que como Pilato no entendía como alguien pudiera morir por la verdad, no podía entender que la misma Verdad pudiera morir por aquellos que estaban en el error. Pilato no busca la verdad, no la ama. Se ama a sí mismo, ama su carrera, piensa en su porvenir, en su éxito político, en lo que el César pueda pensar de él.

Los judíos, conociéndolo, no acusan a Jesús de ser el Mesías, el Profeta, de considerarse Hijo de Dios, pues Pilato se hubiera reído de ellos. “Hemos encontrado a éste alborotando a nuestro pueblo, prohibiendo pagar tributos al César y diciendo que él es Cristo Rey” Lc 23, 2. Las acusaciones son todas mentiras y Pilato lo sabe pero tiene miedo por su futuro pues lo amenazan con lo que más teme: perder la amistad del Cesar. “Si lo liberas no eres amigo del Cesar, pues todo el que se hace rey se enfrenta al César” Jn 19, 12.

Pilato es un típico ejemplo “de los que creen que la verdad no es objetiva sino subjetiva, que en resumen, cada hombre es el único árbitro de lo que tiene que ser verdad. Por lo tanto, a menudo ocurre en hombres prácticos, como lo fue Pilato, el error de considerar la búsqueda de la verdad objetiva como una teorización inútil. El escepticismo no es una actitud intelectual, sino más bien una actitud moral, en el sentido de que está determinada no tanto por la razón como por la forma en que un individuo actúa y se comporta”. Pilato había preguntado: “¿Qué es la verdad?”. A la única persona en el mundo que podía responderle y no espero la respuesta.

Tratará de “salvar” a Jesús declarándolo inocente: no encuentro en él ninguna culpa, cambiando de juez (al enviarlo a Herodes), tratando de cambiarlo por otro Barrabás, o castigándolo injustamente (con la flagelación). Pero finalmente se lava las manos y esto significa la condena de Jesús. “Y entonces Pilato se los entregó par que lo crucificaran” (Jn 19, 16).

En este día debemos renovar el deseo de vivir en la verdad y esto implica un trabajo serio en la vida espiritual. Debemos seguir haciendo fielmente el examen de conciencia para conocernos delante de Dios, ser veraces con nuestro director espiritual, en el diálogo con nuestros superiores. Sólo la verdad nos hará libres. Vivir en la verdad puede costar sangre, como le costó a Jesucristo y debemos estar dispuesto a seguirlo.

III. La Flagelación

Señala Barluzzi que este vitral representa la condena hecha a Jesús, Verdad eterna, por parte del espíritu farisaico. Se percibe la violencia y el ensañamiento en los rostros que vociferan pidiendo la condena de Jesucristo. Los judíos no quieren entrar al pretorio, para no contaminarse y poder celebrar la Pascua. Pilatos sale a su encuentro en el atrio del pretorio.

Nuestro Señor como cordero manso se deja atar a la columna para ser flagelado es el centro del vitral que domina la iglesia.

Debemos estar siempre atentos a no caer en el fariseísmo, la gran tentación de la vida religiosa. Pensar que lo más importante de la perfección no consiste en ciertas prácticas exteriores y olvidarse de lo más importante, del amor a Dios y de la misericordia con el prójimo.

Los fariseos no servían Dios con alegría y por eso no amaban al prójimo.

Debemos hoy renovar nuestro deseo de estar atados por los votos, como Cristo estuvo atado a la columna. Debemos dar gracias a Dios por el don de la vocación y recordar todos los bienes que nos ha dado, de manera especial las cruces, sin resentimiento, que es una memoria infectada, como dice muy bien un autor. Una memoria que se acuerda sólo del mal que ha sufrido y del mal en los demás, pero incapaz de reconocer el propio pecado. Los fariseos creyéndose justos despreciaban a los demás y esa actitud interior los llevó a condenar a Cristo.

IV. La coronación de espinas

La coronación de espinas fue una burla a Nuestro Señor. Los soldados romanos quisieron darle una corona de ignominia en vez de la corona de laureles que llevaban los emperadores romanos o las ricas coronas que solían utilizar los reyes de las naciones.

Jesucristo reconoció su realeza ante Pilatos. “Entonces Pilato le dijo: «¿Luego tú eres Rey?» Respondió Jesús: «Sí, como dices, soy Rey. Yo para esto he nacido y para esto he venido al mundo: para dar testimonio de la verdad. Todo el que es de la verdad, escucha mi voz.”

En las bodas de rito oriental el sacerdote bendice a los novios, les impone las coronas de flores y la intercambia tres veces en las cabezas de los novios como símbolo de la unión de los esposos: uno lleva la corona del otro.

Hace 25 años ustedes se ataron voluntariamente a Jesucristo por la profesión de los votos y ese día el sacerdote bendijo el nuevo velo y se vistieron con una corona de flores sobre sus cabezas. Esa corona de la esposa se debe intercambiar con la del esposo que es una corona de espinas.

El mosaico de la cúpula que estamos contemplando representa este misterio. Sobre un fondo dorado esta “la corona de espinas que destila gotas de sangre que florece en lo alto” (Barluzzi). Es una corona de espinas y de flores como la que se debe intercambiar la religiosa con Cristo esposo. Son una misma corona entremezclada de rosas y espinas. La religiosa con su vida santa debe hacer conocer el suave olor de Cristo y debe estar dispuesta a sangrar para que todos sus pensamientos y deseos sean los de su esposo.

Recordemos las palabras de San Luis María en la carta a los amigos de la cruz: “Sois miembros de Jesucristo. ¡Qué honor! Pero ¡qué necesidad tan imperiosa de padecer implica el serio! Si la Cabeza está coronada de espinas, ¿lo serán de rosas los miembros?”. “Si os preciáis de ser guiados por el mismo espíritu de Jesucristo y vivir la misma vida de quien es vuestra Cabeza coronada de espinas, no esperéis sino abrojos, azotes, clavos; en una palabra, Cruz. Pues es necesario que el discípulo sea tratado como el Maestro, los miembros como la Cabeza. Y, si el Cielo os ofrece -como a Santa Catalina de Siena- una corona de espinas y otra de rosas, escoged sin vacilar la de espinas y hundidla en vuestra cabeza para asemejaros a Jesucristo”.

Un detalle muy hermoso de esta cúpula es que el cáliz y los pétalos en forma de rayos de las flores de la corona tienen partes de cristal que dejan traspasar la luz, las flores secas florecen con la luz del sol, como la cruz se transforma con la resurrección.

Por eso en este día deben renovar el deseo de vivir fielmente hasta la muerte según los votos emitidos recordando que “Los atletas se privan de todo; y eso ¡por una corona corruptible!; nosotros, en cambio, por una incorruptible” 1 Co 9, 25.

Por eso pidamos a la Virgen la gracia de seguir viviendo con alegría nuestra vida consagrada llevando la corona de espinas y de rosas, porque la vida del cristiano y la de la religiosa transcurre entre las consolaciones de Dios y las persecuciones de los hombres, como enseña San Agustín. “Y cuando aparezca el supremo Pastor, recibiréis la corona de gloria que no se marchita” 1 Pe 5, 4.