Roma, 4 de abril de 2022
Memoria de San Francisco Marto, Pastorcito de Fátima
Solemnidad de San José, bodas de plata de Servidoras
El 19 de marzo, Solemnidad de nuestro particular patrono, el Patriarca San José, celebramos con inmensa alegría el 34° aniversario de fundación de nuestro Instituto. De un modo especial recordamos a las 22 hermanas, que en distintas misiones y monasterios del mundo cumplieron las Bodas de Plata de sus primeros votos:
- En la Provincia “Nuestra Señora de los Dolores”
- María de Roncesvalles Bocchino
- En la Provincia “Inmaculada Concepción”
- María del Tránsito de la Virgen Avellaneda Cabanillas
- Maria Regina Apostolorum Zambrano Borja
- María de la Reconciliación Huaco Velarde
- En la Provincia “Nuestra Señora de Zarvanytsia”
- María Cristiana Demianczuk
- En la Provincia “Nuestra Señora de Loreto”
- María de la Evangelización Taco Montalgo
- María Madre del Verbo Silva
- Mariam Fatme Peralta
- Maria do Bom Jesus Alves de Souza
- En la Provincia “Nuestra Señora del Pilar”
- Maria Clara de Jesus Alvez de Souza
- Maria Assumpta in Coelum Elguera Soto
- María de las Nieves Loyola
- María de Suyapa Madariaga
- Maria dei Monti Román
- En la Provincia “Nuestra Señora del Chapi”
- Maria Cor Dulce Begazo Prado
- María de Luciana Luna Huanto
- En la Delegación “Nuestra Señora de Luján”
- María del Tabor Perren
- En la Provincia “Nuestra Señora de Luján”
- María de Kazán González
- En la Provincia “María Puerta de la Aurora”
- Maria Regina Virginum Lahorca
- Maria Dei Genitrix González
- En la Provincia “Madre de Dios, Emperatriz de China”
- María Inmaculada Berrondo
- En la Provincia “Nuestra Señora Reina del Cisne”
- María de las Mercedes Piña Rodríguez
Damos gracias a Dios por el don de la perseverancia y a nuestras hermanas por su fidelidad y su entrega cotidiana, viviendo en plenitud lo que con tanta sencillez consagraron a Dios el día de sus primeros votos. Que la Virgen Santísima continúe bendiciendo a cada una de estas hermanas y a sus familiares.
Fundaciones y aniversarios de las Servidoras
Por gracia de Dios, en el día de San José hemos podido fundar una nueva Comunidad en Francia, en la ciudad de Luçon, en el departamento de la Vendée. Las hermanas destinadas a esta nueva misión son: la M. María Reina de los Ángeles -superiora de la Delegación de Francia y Suiza- y las hermanas Maria de Cristo y Marie du Christ Sauveur. También participó en la fundación y acompañará a las hermanas durante los primeros meses la hermana Maria Gioiosa Speranza, mientras estudia francés. Esta Comunidad, que tiene el honor de estar en las tierras de San Luis María Grignion de Montfort, tendrá como patrono a este Santo tan querido y tan importante en nuestra Congregación. Las hermanas atenderán la pastoral parroquial en la Catedral de Luçon y los pueblos aledaños que están unidos a la misma.
La Santa Misa de fundación fue presidida por S.E.R. Mons. François Jacolin, obispo de Luçon, y concelebrada por el Abbé Alexandre Marie Robinneau, párroco de la Catedral de Luçon y otro sacerdote de la diócesis. Además de la nueva Comunidad, estuvieron presentes la M. Maria Sponsa Amabilis -consejera general- y 6 hermanas de las distintas Comunidades de la Delegación, junto con parroquianos y amigos.
Hermanas de la Comunidad junto al obispo, al párroco de la Catedral y a los fieles de la parroquia.
El día lunes siguiente a la fundación, las hermanas de la Comunidad junto con la M. Maria Sponsa Amabilis y algunas hermanas de la Delegación, peregrinaron a Saint Laurent sur Sevre donde se encuentran las reliquias de San Luis María y de la Beata María Luisa Trichet, para renovar la consagración a la Virgen María y encomendarse al Santo Patrono. Luego fueron a Pontchâteau, lugar donde San Luis María construyó el Calvario y allí rezaron el Vía Crucis pidiendo por toda la Familia Religiosa.
De Izquierda a derecha: M. María Reina de los Ángeles, Hna. Maria Gioiosa Speranza,
Marie du Christ Sauveur y Maria de Cristo en el Calvario de Pontchâteau.
Otro motivo de inmensa gratitud ha sido el poder comenzar con una nueva fundación al sur de Chile, en la ciudad de Linares. La nueva Comunidad está conformada por la M. María Reina de las Vírgenes y las hermanas María Celeste Intercesora y María Virgen Cándida, y se encuentra bajo el patrocinio del “Beato José Agustín Fariña”, mártir de la guerra civil española, oriundo de Chile y más precisamente de la misma región en la que se encuentra la nueva Comunidad. Aquí las hermanas se dedicarán al apostolado parroquial y escolar. La Santa Misa de inauguración tuvo lugar el pasado 27 de marzo; la ceremonia fue presidida por el Obispo diocesano, S.E.R. Mons. Tomislav Koljatic Maroevic y concelebrada por los Padres Emilio Rossi -superior provincial del IVE- y Marcelo Cano. Participaron también la M. Maria Bonne Mère -superiora provincial- y las hermanas del Consejo provincial, así como otras hermanas de las Comunidades presentes en Chile.
De Izquierda a derecha: Hna. María Virgen Cándida, M. María Bonne Mère,
S.E.R. Mons. Tomislav Koljatic Maroevic, M. María Reina de las Vírgenes y Hna. María Celeste Intercesora.
Aniversarios
Damos gracias a Dios por otros nuevos aniversarios de fundación de Comunidades de las Servidoras:
El 1 de marzo la Comunidad “Nuestra Señora de Fátima”, en Osasco, Brasil cumplió 5 años de fundación. Las hermanas se ocupan de la pastoral parroquial en la Iglesia dedicada a San José y a la atención de un colegio parroquial.
De izquierda a derecha: Hna. Maria Mater Pulchrae Dilectiones, Hna. Maria Rainha das Missões,
Madre Maria Geratriz de Deus, Hna. Maria Via Crucis.
El 3 de marzo el Colegio “Isabel La Católica” de San Rafael, Argentina, cumplió 30 años de fundación. Este importante acontecimiento, pues se trata de la primera escuela de nuestro Instituto, en donde se puede plasmar con todo su esplendor nuestro carisma, se festejará solemnemente más adelante. Damos gracias a Dios por todo el bien que esta Institución ha hecho en numerosas almas y pedimos que sea cada vez mayor el bien que se pueda hacer. Nuestra acción de gracias se extiende a todas las hermanas que hicieron posible esta obra y a todas las que con mucho esfuerzo y dedicación la llevan adelante.
El 9 de marzo el Estudiantado de Brasil, “Santa Gema Galgani”, cumplió 20 años de fundación. Es otro motivo de profunda gratitud pues muchas misioneras han pasado por esta Casa de Formación. El 29 de abril las hermanas festejarán debidamente este aniversario junto con las primeras profesiones de las hermanas.
El 11 de marzo la Comunidad “Nuestra Señora de Caacupé” en Ciudad del Este, Paraguay, celebró el 10° aniversario de su fundación. Las hermanas tuvieron la Santa Misa en la Parroquia “Cristo Rey”, celebrada por el P. Atilio Benítez, vicario de la parroquia. Estuvieron presentes la M. María Harissa -superiora provincial- la M. Gloria -superiora de la Comunidad de los Juríes en Santiago del Estero, Argentina-, y las hermanas Maria Filia Crucis, Maria delle Grazie y María Santísima, misioneras en Buenos Aires. También participaron las Aspirantes, miembros de la Tercera Orden y los feligreses de la Parroquia. Luego de la ceremonia tuvieron un festejo para dar gracias a Dios por los años en esta diócesis.
Actual Comunidad, de izquierda a derecha: M. Maria Virgem Solícita, Hna. María de Pucaraní
y abajo: Hna. María de Itapé, oriunda de Paraguay.
El 19 de marzo las Servidoras presentes en Papúa Nueva Guinea celebraron con gran alegría los 20 años de presencia en esta misión, si bien el aniversario se cumplió el 26 de marzo.
La Santa Misa de acción de gracias se celebró en la capilla del Centro Pastoral de la Diócesis, fue presidida por el Obispo S.E.R. Mons. Francis Meli y concelebrada por los sacerdotes del IVE presentes en Vánimo.
Luego de la Santa Misa se llevó a cabo una cena festiva cuyos invitados de honor fueron las familias que vivían en el Centro Pastoral cuando llegaron las primeras Servidoras, a quienes ellos acogieron con mucho cariño y con quienes las hermanas compartieron los primeros años de misión.
Después de la cena se proyectó una presentación de fotos mostrando especialmente los primeros apostolados realizados en Vánimo, también se hicieron presente algunas de las hermanas que pasaron por esta misión a través de pequeños videos con sus saludos y recuerdos. Como broche de oro las niñas de nuestro hogar “Mama Lujan” los homenajearon con sus cantos y danzas.
De izquierda a derecha de arriba abajo: P. Agustín Prado, P. Miguel de la Calle, P. Daniel Mentesana,
P. Felipe Preciado. Hna. Maria Sponsa Verbi, Hna. Maria Virgo Oferent, Hna. Mary Sacrifice of the Altar,
Hna. María Mama bilong Divine Marimari, Hna. María del Santo Sacrificio, Madre María Reina de los Cielos, Monseñor Francis Meli, Hna. María Birhen Ng Mga Rosas, Hna. María Divina Peregrina,
Hna. María del Sagrario y Hna. María Kwin bilong Paradise.
Votos perpetuos, primeros votos y cambio de nombres
El día 12 de marzo, la Hermana María Lirio de San José realizó sus votos perpetuos en la Parroquia “San José Esposo”, en Caazapá, Ciudad del Este, Paraguay. La Santa Misa fue celebrada por el P. Mario Orrego y estuvieron presentes la M. María Harissa -superiora provincial-, la M. María Gloria- superiora de la Comunidad de Servidoras en Los Juríes-, y las hermanas Maria Filia Crucis y Maria delle Grazie, misioneras en Buenos Aires, junto a las hermanas de la Comunidad “Nuestra Señora de Caacupé”, presente en Ciudad del Este y a los feligreses de la Parroquia y un grupo de 40 jóvenes venidos de Caaguazú.
Hermana María Lirio de San José recibiendo el anillo.
El 19 de marzo, solemnidad de nuestro Santo Patrono “San José”, varias servidoras en Argentina, Brasil, Ecuador, Perú, Italia y Rusia, se consagraron a Dios para siempre a través de la profesión de votos perpetuos.
En Argentina, 9 hermanas profesaron los votos en San Rafael, Mendoza. La ceremonia se llevó a cabo en la Parroquia “Nuestra Señora de los Dolores”, presidida por el P. Emilio Rossi, IVE -superior provincial-, con la presencia de la Familia Religiosa y de muchos familiares de las neo profesas.
De izquierda a derecha de arriba abajo: María Gloria de Dios, María Madre del Cristo del Milagro,
María Dolor Sereno, María del Paraíso de Jesús, María Dulce Madre de los Pecadores, María Lirio de San José, María Virgen Magnánima, María de la Soledad, María Virgen Piadosa, María Madre de Mártires.
En Brasil, 3 hermanas profesaron sus votos perpetuos. La ceremonia fue presidida por el obispo de Santo Amaro, Don José Negri en la Capilla “Inmaculado Corazón de María”, en el convento de las Servidoras en San Pablo.
De izquierda a derecha Maria Mãe Clemente, Maria Virgem da Esperança y Maria Rainha Vitoriosa Do Mundo.
En Ecuador hicieron sus votos perpetuos dos hermanas, María Esperanza Medianera y María Virgen Fecunda. La ceremonia tuvo lugar en la Iglesia “Santo Domingo” y fue presidida por el Padre Jorge Montagna -superior provincial del IVE- y concelebraron otros sacerdotes, entre ellos el P. Stiwar, IVE, hermano de la neo-profesa Maria Esperanza Medianera.
María Esperanza Medianera y María Virgen Fecunda.
En Perú fueron 5 hermanas las que hicieron su profesión perpetua. La ceremonia, en la Iglesia de la “Compañía de Jesús”, fue presidida por el P. Raúl Harriague -superior provincial del IVE-.
De izquierda a derecha, de arriba abajo: María Lirio de Castidad, Myriam Berit, María Yuraq Hostia,
Maria del Buon Gesù (de El Salvador) y Maria Mater Regis.
En Italia, profesaron los votos perpetuos 3 hermanas. La ceremonia tuvo lugar en la Basílica “Santa Maria in Ara Coeli”, en Roma, y fue presidida por el P. Andrés Bonello -superior provincial del IVE- y concelebrada por varios sacerdotes.
De izquierda a derecha: M. María Virgen Blanca -superiora provincial-, M. María Corredentora -superiora general-, Maria Adiutrix Populi Christiani, Maria Mater Pacis, Maria Virgem Generosa
y M. María Orante -secretaria general-.
En Rusia, la hermana Maria Dieva Viernaia profesó sus votos en la Iglesia de la “Exaltación de la Santa Cruz” en Kazán. La ceremonia fue presidida por S.E.R. Mons. Clemens Pickel, y concelebrada por Monseñor Ianush Blaut, sacerdote diocesano de origen polaco, y por los sacerdotes del IVE P. Ezequiel Ayala -superior provincial-, Andrey Startzev y Danilo Magela de Freitas.
Hermana Maria Dieva Viernaia.
Primeros votos
El 25 de marzo, fiesta de la Anunciación del Señor y 38º aniversario de fundación del Instituto del Verbo Encarnado, la hermana Maria wa Huruma ya Mungu (Maria de la Misericordia de Dios) realizó sus primeros votos en Tanzania. La ceremonia fue presidida por el P. Francisco Rossi, IVE.
Hermana Maria wa Huruma ya Mungu.
Cambio de nombres
El 19 de marzo tres novicias recibieron el nombre de María en Egipto. La Santa Misa se celebró en la capilla “Nuestra Señora de Fátima”, en Loran, Alejandría. Fue presidida por el P. Pablo de Santo -superior provincial del IVE- y concelebrada por los Padres del IVE: Juan Manuel Quiroga, Luis Montes, Filopatir Kamil y Bruno Martínez. Estuvieron presentes para la ocasión las hermanas de las distintas Comunidades de Egipto. Los nuevos nombres son:
Mona Mashud Abdu Almalek Shaker: | Maria Aoru Karzias (copto) (María Reina de los Corazones) |
Mariam Nady Iussef Fahim: | Maria Genetria Logos Ersomatikus (copto) (María Madre del Verbo Encarnado) |
Sara Bassim: | Mariam Jabal Anjara (árabe) (María del Monte de Anjara) |
Las novicias Maria Aoro Karzias, Maria Ghintria Logos Ersomatikus y Mariam Jabal Anjara.
Homilía del P. Andrés Bonello, IVE, en la Solemnidad de San José, Misa de votos perpetuos de tres Servidoras
En la Solemnidad de San José, en el marco de una imponente ceremonia en la Basílica romana de Santa Maria in Ara Coeli, tres religiosas presentes en Italia hicieron sus votos perpetuos de pobreza, castidad, obediencia y esclavitud mariana. El P. Andrés Bonello predicó la homilía que les ofrecemos, que puede ser de mucho provecho para nuestro modo de vivir la consagración que hacemos a Dios siguiendo el ejemplo de nuestro particular Patrono San José.
San José Magnánimo
El solo nombre de San José eleva el alma, conforta el corazón, como le sucede a un hijo al sentir la presencia del Padre. Saber que San José nos cuida, nos protege y nos ama, llena el alma de consuelo celestial. Descansamos al contemplar en él todas las virtudes: humildad, docilidad, pureza, mansedumbre… pero quizás falte una de ellas…
En este sermón quisiera proponer la siguiente “duda” sobre una virtud de San José, que en el fondo es la misma “duda” sobre una virtud que pareciera ausente en las hermanas que hoy profesan sus votos perpetuos, y, en el fondo, de toda consagrada: ¿fue San José magnánimo? No lo parece. De hecho, ¿qué hay de magnánimo en defender a la propia familia? Es algo que cualquier buen padre haría. Alimentar, trabajar… son cosas que no parecen “magnánimas” en sí mismas.
La pregunta la referimos análogamente a las Servidoras ¿Son magnánimas las hermanas que toman la decisión de profesar votos? Serán generosas, dóciles y de una vida llena de las virtudes teologales… pero ¿son también “magnánimas”? ¿Es magnánimo elegir una vida humilde como llevan muchas misioneras en lugares desconocidos?
La vida de los santos jesuitas es definida por sus hermanos en religión como una vida marcada por el magis ignaciano. San Ignacio exhortaba no a buscar la gloria de Dios, sino la “mayor” gloria de Dios. En el mundo pagano, Aristóteles decía que la magnanimidad es la característica de las almas que aspiran a lo excelente, a las cosas superiores. El objetivo del magnánimo es “lo que es grande”, pero más precisamente lo que es “lo más grande”, “lo excelente”; las cosas que son grandes pero no son “lo más grande” son meramente materia secundaria de esta virtud.
Evidentemente en el sentido cristiano la magnanimidad ocupa un lugar privilegiado. Santo Tomás la define como “extensio animi ad magna”: la tendencia del alma hacia las cosas grandes. Pieper traduce la expresión del Aquinate como “el compromiso voluntario de tender a lo sublime”. Es, por tanto, un verdadero deseo de grandeza. Pero no sólo un deseo.
La magnanimidad no es sólo un tender, un desear… es fundamentalmente un espíritu de conquista. La persona magnánima es “aquella que considera la conquista de las cosas difíciles como su propio estilo de vida” (P. Fuentes). En este sentido tenemos que considerar magnánimos a algunos hombres del mundo pagano, como Alejandro Magno y Julio César. Este último fue visto una vez llorando frente a una estatua de Alejandro Magno; cuando le preguntaron por qué lloraba, respondió: “A mi edad Alejandro era el amo del mundo, y yo no he hecho nada”. El Quijote afirma que “las grandes hazañas están reservadas a los grandes hombres”.
Un espíritu de conquista de lo que es difícil porque es óptimo, la magnanimidad se manifiesta también en el perseverar en tales esfuerzos. El magnánimo “completa lo que comienza, a pesar de las dificultades”[1].
¿San José fue Magnánimo? ¿La religiosa lleva una vida magnánima?
Encontramos todas las virtudes en el santo Patriarca… pero ¿dónde se ve en él aquel “espíritu de conquista”? ¿Donde está esta grandeza en uno que hace lo que haría todo papá: defender la familia, trabajar, dar de comer a sus hijos…?
¿Son magnánimas estas hermanas que profesar sus votos perpetuos? Observemos aquella hermana que eligió los trabajos más humildes, más insignificantes, en los lugares más humildes… puede parecer que haya humildad, pero no magnanimidad… En efecto, ¿dónde encontramos la tendencia hacia lo óptimo?
Magnánimo es aquel que es virtuoso
Es fundamental saber responder adecuadamente a esta pregunta, que no es más que una provocación. Debemos aclarar la naturaleza de la magnanimidad distinguiéndola esencialmente del deseo de grandeza basado en el orgullo. Esta consiste en desear una grandeza aparente: una grandeza basada en el reconocimiento de los demás, el aplauso, la fama o el poder. Es un deseo de grandeza falsa, vana. La magnanimidad, por el contrario, es un deseo de verdadera grandeza, que es la grandeza de la virtud. El magnánimo quiere ser reconocido por Dios. Es, pues, una aspiración a la grandeza propia de las obras virtuosas. Por eso se la llama “la flor de la virtud”. El magnánimo no podría desear otra cosa que no sea la virtud, porque consiste propiamente en llevar las virtudes hacia lo más alto. Santo Tomás dice que “la magnanimidad añade un nuevo esplendor [a la vida], por la grandeza propia de la obra virtuosa, ya que actuar con magnanimidad hace más grandes todas las virtudes”. Es un deseo de grandeza y, sobre todo, de la grandeza de la virtud… El magnánimo se considera bien recompensado por el mero hecho de haber realizado un acto virtuoso. Por tanto, Santo Tomás concluye que, puesto que Jesús fue el más virtuoso, hay que reconocer que también fue “el más magnánimo”.
El mejor camino
En este sentido cristiano, donde las virtudes más sublimes se dirigen directamente a Dios, los que saben valorar dónde está la verdadera gloria, saben que no se puede hablar en este sentido de magnanimidad en el mundo pagano. Solo se podría “justificar” dado que no conocían otra gloria que no sea aquella mundana. Pero en sentido cristiano no importa cuán grandes sean los sacrificios y difíciles sus empresas. El hombre magnánimo busca, entre las grandes cosas, la más grande. Y así nos exhorta la Sagrada Escritura: [1 Cor 12, 31]¡Aspirad a los carismas superiores! Y aun os voy a mostrar un camino más excelente… [13, 1-2] Aunque hablara las lenguas de los hombres y de los ángeles, si no tengo caridad, soy como bronce que suena o címbalo que retiñe. Aunque tuviera el don de profecía, y conociera todos los misterios y toda la ciencia; aunque tuviera plenitud de fe como para trasladar montañas, si no tengo caridad, nada soy… [13, 13] Ahora subsisten la fe, la esperanza y la caridad, estas tres. Pero la mayor de todas ellas es la caridad… [13, 3] Aunque repartiera todos mis bienes, y entregara mi cuerpo a las llamas, si no tengo caridad, nada me aprovecha.
Sin cuestionar la fortaleza y el valor de algunos del mundo pagano como Alejandro Magno, su magnanimidad ellas son una mediocridad frente al amor de San José por Jesucristo y su Madre. Los amó, no sólo como el más devoto de los hombres, sino añadiendo el amor de un padre por su hijo, de un marido por su esposa. Las mayores obras del cristianismo, catedrales, basílicas, obras literarias, son un grano de arena frente a la inmensa montaña del amor divino de San José. Es por eso que no ha tenido necesidad de hacer nada más. ¿Qué cosa más grande le quedaba por hacer? “Ama y haz lo que quieras”, decía San Agustín. Por eso, las grandes obras de apostolado no serían nada sin la caridad de una monja de clausura como Santa Teresita, que decía: “en el corazón de la Iglesia, mi Madre, yo seré el amor”.
Por otra parte, las cosas más humildes suelen ser más difíciles que las más “visibles”. San Rafael de Arnaiz: “Saber que pelar nabos por verdadero amor a Dios puede darle a Él y a nosotros tanta gloria como la conquista de las Indias […] ¡es algo que llena el alma de alegría!”.
Y esta es la gloria de San José. Nadie, salvo la Virgen, puede competir con él en el don de la caridad. Nadie es más feliz por cumplir la Voluntad de Dios. Ningún mártir puede estar más preparado que él para el servicio divino. No hay trabajo, ni santidad, ni grandeza que pueda compararse… Y es este mismo motivo en el que reside la gloria de la consagrada que, aunque se encuentre postrada en un hospital, o en el silencio de su celda, o en un apostolado completamente oculto, sin embargo ama profundamente a Cristo, lleva una vida más elevada, más noble que el más grande héroe. Una fuerza virginizante más poderosa que cualquier defensa pública de lo inmoral.
Y hoy nosotros contemplamos esta grandeza en la renuncia, mediante los votos, a los bienes externos, a cualquier otro afecto, a la propia voluntad. “Cuanto más se ama algo –escribe Santo Tomás–, más se está dispuesto a sacrificar por ello”. La religiosa renuncia a todo para poseer a Dios… ni siquiera es dueña de los méritos de sus buenas acciones, que se entregan a la Virgen. Y esto es siempre un signo del amor más grande, del carisma más alto, de la verdadera y única grandeza que se puede dar en esta vida.
Asombrado por esta misma grandeza, San Ambrosio exclama, dirigiéndose a la esposa de Cristo: “Tu profesión te eleva por encima de la naturaleza humana y te acerca a los ángeles, cuya vida imitas aquí abajo. […] En la Resurrección, ni ellos tomarán mujer ni ellas marido, sino que serán como ángeles en el cielo (Mt 22, 30). A vosotras, oh vírgenes, se os da ya lo que se promete a todos los demás. Lo que constituye el objeto de nuestros deseos vosotras ya lo poseéis […]. ¡Algo singular! Los ángeles, por su intemperancia, cayeron del cielo al mundo; las vírgenes, por su pureza, suben del mundo al cielo”.
San Gregorio de Nisa: “Dichosos los que todavía tienen la posibilidad de elegir los bienes más altos”.
San Ambrosio subraya la grandeza de la vida religiosa pensando en su origen con palabras únicas: “¿Quién podrá negar que haya venido del cielo este género de vida [la virginidad], si era casi desconocido en la tierra antes de que Dios descendiese para asumir la naturaleza humana? Fue precisamente cuando la Virgen concibió en su seno y el Verbo se hizo carne para que la carne se convirtiera en Dios… Fue cuando el Hijo de Dios se hizo hombre … que esta vida del cielo se difundió entre los hombres y floreció en todas las partes del mundo […]. La virginidad fue a buscar en el cielo el modelo a imitar en la tierra; y era justo que buscara en el cielo el modelo de vida, ella que en el cielo había encontrado a su Esposo (…). En el seno del Padre encontró al Verbo de Dios, y con la fuerza de su amor lo atrajo hacia sí”.
Conclusión: La grandeza de San José es la que tiene que buscar la Esposa de Cristo
Hay una regla de retórica que dice: “Diles lo que les vas a decir; díselo; luego diles lo que les has dicho”. El primer punto: les dije que hablaría de la magnanimidad de San José y de la religiosa. Después explicamos en qué reside la magnanimidad y por qué se da en el más alto grado en José y en la consagrada. El tercer punto: “diles lo que les has dicho”. La verdad es que espero no desilusionar, pero hablé de una canción sobre San José que tal vez solo ahora se pueda comprender:
Sencillo, sin historia, de espalda a los laureles, escalas los niveles más altos de la gloria, que asombro hacer memoria y hallarte, en tu ascensión, tu hogar, tu oficio y Dios como razón.
Y pues que el mundo entero, te mira y se pregunta, di tú, como se junta ser santo y carpintero, la gloria y el madero, la gracia y el afán, tener propicio a Dios y escaso el pan.
Esta es la grandeza de San José. Y es también la grandeza de la religiosa que, a pesar de sus muchos defectos, debe admitir que también ella tiene a Dios propicio: “La esposa de Cristo, en el seno del Padre encontró al Verbo de Dios, y con la potencia de su amor lo atrajo hacia sí”. Pero también tendrá escaso el pan si abraza la pobreza. Tendrá la gloria y el madero de la cruz. La gracia y el afán. Mientras que otros podrán presumir de grandes bienes, San José, al igual que una mujer consagrada, puede presumir de haber atraído al Verbo de Dios con la potencia de su amor por él.
Recemos mucho por estas religiosas. ¿Es difícil ser consagrada hoy en día? Sí, y es muy difícil. Pero “para las grandes obras fueron creadas las grandes mujeres”. Y aunque el camino sólo terminará al final de esta vida, acuérdense que el magnánimo, dice Santo Tomás, “lleva a término lo que empieza, a pesar de las dificultades”.
Como exhorta Santa Teresa, “recuerden que no están aquí para otra cosa que para esto: para luchar. Y procediendo siempre con esta determinación, de morir antes que renunciar a alcanzar esa fuente, si el Señor os la niega en esta vida, en la otra te la concederá, con toda abundancia”.
Que María Santísima les de su fuerza virginizante, ante la cual nada pueden hacer el mundo, la carne ni el demonio.
[1] Cf. Santo Tomás de Aquino, Suma Teológica, II-II, 128, 1.